“Algunas aproximaciones al planteo de escuela abierta a la diversidad”*
 
Alicia Devalle de Rendo y Viviana Vega
 

 
Vivimos en un escenario social complejo. El imperante modelo de globalización borra cada vez más las diferencias e instala cierta uniformidad y homogeneidad en los códigos de comunicación. La tecnología a través de los medios es un factor definitorio para ello, poniendo en escena simultáneamente lugares y tiempos distintos, creando la ilusión-realidad de la gran aldea y de un presente continuo.

 

Hay una tendencia general a diluir los espacios donde se ejerce la ciudadanía: bien se amplían sin límites precisos, bien se restringen a los ámbitos locales. Asimismo, Alain Touraine nos alerta:

 

"... En los finales del siglo, se ha perdido el concepto de lo social y de lo político. En consecuencia, cada uno de nosotros vive entre dos mundos: una economía global mundializada y, por otro lado, un mundo en el que nos movemos en la búsqueda de identidades, las cuales por otra parte, son más y más defensivas; nos atrincheramos en las identidades de tipo étnico, religioso, sexual, según edades, según el barrio, etc. El presupuesto implícito es: yo quiero defender algo que no he construido, sino que he heredado. Yo soy mujer, yo soy negro, yo soy musulmán o cualquier otra cosa. Esta identidad esta amenazada por la globalización del mundo. En consecuencia, trato de defenderme".

 

El impacto de las nuevas tecnologías no sólo en la producción de bienes y servicios, sino también en el establecimiento de las relaciones sociales, plantea la necesidad de nuevas conceptualizaciones. La misma noción de realidad nos esta demandando una reformulación: ¿Existe una única realidad independiente de los sujetos? ¿Es una o son múltiples las realidades? ¿Es una o son múltiples las formas de comprenderla? ¿Habrá tantas realidades como formas de construirlas? ¿Las realidades existen en la medida en que son construidas? ¿Cuál es, en la actualidad, el efecto de la realidad virtual en relación con estos planteos?

 

También se observa que los conceptos de espacio y tiempo se modifican como una de las consecuencias de la velocidad y la simultaneidad con las que circula la información. Se plantean nuevos interrogantes epistemológicos y problemas inéditos que nos enfrentan con la complejidad de su resolución. Asistimos a importantes cambios en las pautas de conducta y de valores. La diversidad adquiere múltiples manifestaciones.

 

En la actualidad, existen tantos contactos entre culturas y lenguas, entre prácticas y costumbres que se torna más necesario que nunca confrontar estos diversos sistemas de comunicación o cosmovisiones.

 

Pero específicamente, este presente se caracteriza por situaciones de seudocomunicación "altamente tecnificadas" que ponen en interacción a personas de diferentes razas, religiones, f' etc., espacial y temporalmente. Se posibilita el contacto a través de una pantalla (computadora o televisión); sin embargo, no se garantiza con ello el real diálogo entendido como intercambio humano respetuoso y desprejuiciado. Algunos de los últimos acontecimientos de dominio publico lo confirman a diario: sacerdotes que se niegan a dar la comunión a niños con síndrome de down (1997, Canal 9 TV); madres que no logran que sus "hijos diferentes" ingresen en las escuelas; escuelas que aun debaten la co-educación (1997, ciudad de Córdoba, Colegio Monserrat). Y aun mas, se continúan usando libros escolares que revelan un contenido ideológico inadecuado para "la preparación en la vida democrática" como lo enuncian en sus propósitos.

 

El respeto y la atención de la diversidad son los dos pilares sobre los que se asienta el modelo de educación que se intenta como respuesta para la constitución de una sociedad con vocación de avanzar hacia el pluralismo democrático. Pero se hace necesario tomar en cuenta la advertencia de Savater cuando dice que:

 

"...la flecha sociológica de nuestra actualidad no señala hacia el lado del inevitable triunfo 'uniformador' del universalismo. Todo lo contrario, son abrumadoras las demostraciones, aquí y allá, del éxito creciente de las actitudes antiuniversalistas (...)

 

Lo que realmente esta en peligro hoy es la recurrencia al origen como condicionamiento inexorable ge la forma de pensar; dividir el mundo en guetos estancos y estancados de índole intelectual. Es decir, que sólo los nacionales puedan comprender a los de su nación, que sólo los negros puedan entender a los negros, los amarillos a los amarillos y los blancos a los blancos, que sólo los cristianos comprenden a los cristianos, y los musulmanes a los musulmanes, que sólo las mujeres entienden a las mujeres, los homosexuales a los homosexuales y los heterosexuales a los heterosexuales (. ..) y que por tanto debe haber una educación diferente para cada uno de estos grupos que los 'respete', es decir que confirme sus prejuicios y no les permita abrirse y contagiarse de los demás. En una palabra, que nuestras circunstancias condicionen nuestro juicio de tal modo que nunca sea un juicio intelectualmente libre, si es cierto como creyó Nietzsche que el hombre libre es 'aquel que piensa de otro modo de lo que podría esperarse en razón de su origen, de su medio, de su estado y de su función o de las opiniones reinantes en su tiempo'. A quien piensa de tal modo los colectivizadores del pensamiento idéntico no les consideran libres, sino 'traidores' a su grupo de pertenencia. Pues bien, aquí tenemos otra tarea para la educación universalizadora: enseñar a traicionar racionalmente en nombre de nuestra única verdadera pertenencia esencial, la humana, a lo que de excluyente, cerrado y maniático haya en nuestras afiliaciones accidentales, por acogedoras que estas puedan ser para los espíritus comodones que no quieran cambiar de rutinas o buscarse conflictos. Es comprensible el temor ante una enseñanza cargada de contenidos ideológicos, ante una escuela más ocupada en suscitar fervores y adhesiones inquebrantables que en favorecer el pensamiento crítico autónomo".

 

Por otro lado, también es cierto que, entre los propios valores y los valores de los demás que puedan resultar inaceptables, se genera una tensión. Esta caracteriza a la tolerancia y la hace tan ardua o, como la califica el filósofo ingles Bernard Williams, una incómoda virtud. La intolerancia es el rechazo del otro por lo que hace, piensa y finalmente, por lo que el otro es.

 

Negar la diferencia es no reconocer la diversidad con la pretensión de imponer la uniformidad. Es negación de la autonomía, es poner en tela de juicio la realidad y socavar el edificio de la certeza. La intolerancia, en definitiva, significa rechazar la duda que enriquece el deseo de descubrimiento...

 

Las diferencias raciales, de lengua, de costumbres, etc. existieron y existen, y no pueden dejar de ser consideradas sino en el marco de la democracia. Pero la situacion se complejiza actualmente porque se esta conmocionando el propio andamiaje conceptual de la democracia. Al respecto dice Tedesco:

 

"El fin de la democracia, la democracia virtual o, mas prudentemente, la pregunta acerca de que es la democracia o cual será la formula política a través de la cual se expresara esta nueva realidad social y económica esta hoy en el primer piano de la agenda de discusiones sobre las formas de participación ciudadana del futuro".

 

Nosotras nos preguntamos entonces sobre el alcance de la concepción de una escuela abierta a la diversidad en una sociedad democrática que es necesario redefinir.

 

Hoy más que nunca, la diversidad de la población docente y de los alumnos, que sobreviene como consecuencia de la masificación de la enseñanza, nos pone en contacto con una gran heterogeneidad. Cada vez con mayor intensidad se pone en evidencia el cambio en la conformación del contingente escolar y docente. Se observa la afluencia de estratos sociales distintos de los que tradicionalmente ocupaban los cargos docentes. A ello se agregan las consecuencias del deterioro en sus condiciones laborales yen la calidad de la propuesta educativa.

 

Todo esto complejiza la tarea de la formación y de la capacitación docentes y demanda para su efectividad tener en cuenta la heterogeneidad de los puntos de partida para poder garantizar cierta homogeneidad en los puntos de llegada, es decir, en los resultados.

 

En este contexto, se intenta construir en la escuela con mucho esfuerzo, el modelo de Educación para la Diversidad, de Educación Intercultural o, como suele ser llamada en Europa, Educación Multicultural, Pluricultural o Transcultural.

 

 
De la expresión "escuela abierta a la diversidad" a  "escuela en y para la diversidad"

 

Será conveniente revisar la expresión "escuela abierta a la diversidad". El adjetivo abierta califica y cualifica un estado, pero de manera extrínseca y no remite al rasgo de condición inherente o intrínseca. Esta asignación en términos de cualidad, atributo (adjetivo calificativo), da a la diversidad un carácter accidental en la escuela, sacándola, por ende, de su lugar esencial.

 
Nuevamente se advierte la importancia de desarticular las "frases hechas" tan típicas del discurso pedagógico, que aparecen, Como dice Popkewitzs, "impulsadas por una retórica laudatoria y edulcorada de una realidad material, en verdad, mucho más elemental, tozuda y, penosa". Se hace pues necesario avanzar en la búsqueda de otros sentidos.
 
Creemos mas adecuada la expresión escuela en y para la diversidad. La preposición en remite a la complejidad del actual contexto sociocultural y económico-político; la preposición para, a la heterogeneidad de los destinatarios de la escuela, entendida como la institución educativa de carácter obligatorio. NoS referimos con esto a la necesidad de que la escuela se haga cargo de la diversidad de la población que "obligatoriamente" tiene que atender (…)
 

Antecedentes de la educación en y para la diversidad

 

En el campo educativo, el área de la educación especial y las experiencias educativas realizadas con "poblaciones minoritarias" aparecen como aquellas manifestaciones más sistematizadas de la atención a la diversidad.

 

En el modelo de educación en y para la diversidad, confluyen por lo menos dos perspectivas:

 

      por un lado, un nuevo concepto de la educación especial y la ampliación de sus fronteras de intervención;

      por otro, el movimiento pedagógico de la educación intercultural.

 

Educación especial

 

En la actualidad, la educación especial esta planteándose una nueva forma de comprensión de la población que atiende.

 

"Los alumnos con necesidades educativas especiales son el fruto del currículum tradicional, de la forma de organizar la escuela y la enseñanza bajo el mito de la homogenización".

 

Es por ello que en la actualidad existe cada vez mayor acuerdo en identificar lo que unifica el campo de la educación especial. Ya no se tiende a definir a los "alumnos especiales" desde sus características individuales (dificultades de inteligencia, audición, visión, motricidad, etcétera), sino desde la respuesta que les debe dar el medio ambiente. Se cambia así el nombre de discapacitado sensorial, mental, etc., por el de alumno con necesidades educativas especiales (NEE). Con esta nomenclatura, se intenta poner de relieve el compromiso social y educativo frente a estos alumnos. Se considera que el etiquetamiento y la rotulación son modalidades de discriminación negativa, basadas en esa habitual predisposición humana de intolerancia frente alas diferencias.

 

Se intenta de esta forma, mirar desde otra perspectiva el problema de las NEE: dejar a un lado la perspectiva de los alumnos con "sus dificultades individuales" para profundizar en el análisis de la propuesta educativa que se les brinda.

 

Tradicionalmente, la educación especial centró su atención en las condiciones patológicas del sujeto yen sus diferencias en lo normal. Los diagnósticos y los posteriores programas de reeducación, que se cumplían aislando o segregando a los alumnos en circuitos especiales, fueron estrategias habituales.

 

Así es Como, muchas veces, los profesionales de la educación legitiman las reacciones sociales discriminadoras y descalificadoras y crean una terminología científico-técnica que racionaliza e institucionaliza este rechazo.

 

Hoy se emplea un nuevo discurso en el que se toman en cuenta las semejanzas y no las diferencias de los alumnos. La tendencia es normalizar tanto como sea posible las condiciones de vida y la escolaridad de los alumnos con NEE.

 

Otro aspecto de la reestructuración del campo de la educación especial es la ampliación de sus fronteras: ya no sólo debe preocuparse por los alumnos con dificultades sensoriales (ciegos, sordos), físicas, intelectuales y lo emocionales; también pueden tener NEE "los chicos de la calle", los provenientes de minorías lingüísticas y étnicas, los "superdotados".

 

En el texto del Marco de Acción de la Declaración de Salamanca de Principios, Política y Práctica para las Necesidades Educativas Especiales, junio de 1994, se explicita:

 

"... el termino necesidades educativas especiales se refiere a todos los niños y los jóvenes cuyas necesidades se derivan de su capacidad o sus dificultades de aprendizaje. Muchos niños experimentan dificultades de aprendizaje y tienen por lo tanto necesidades educativas especiales en algún momento de su escolarización. Las escuelas tienen que encontrar la manera de educar con éxito a todos los niños, incluidos aquellos con discapacidades graves. Cada vez existe un mayor consenso en que los niños y los jóvenes con necesidades educativas especiales sean incluidos en los planes educativos elaborados para la mayoría de los niños y las niñas (...) (...) Las necesidades educativas especiales incorporan los principios ya probados de una pedagogía razonable de la que todos los niños y las niñas se puedan beneficiar. Da por sentado que todas las diferencias humanas Son normales y que el aprendizaje, por tanto, debe adaptarse alas necesidades de cada niño, más que cada niño adaptarse a los supuestos predeterminados en cuanto al ritmo y la naturaleza del proceso educativo. Una pedagogía centrad a en el niño es positiva para todos los alumnos y, como consecuencia, para toda la sociedad. La experiencia nos ha demostrado que se puede reducir el número de fracasos escolares y de repetidores, algo muy común en muchos sistemas educativos, y garantizar un mayor nivel de éxito escolar. Una pedagogía centrada en el niño puede servir para evitar el desperdicio de recursos y la destrucción de esperanzas, consecuencias frecuentes de la mala calidad de la enseñanza y de la mentalidad de que 'lo que sirve para uno, sirve para todos'. Las escuelas que se centran en el niño Son además la base de una sociedad centrada en las personas, que respete tanto la dignidad como las diferencias de todos los seres humanos. Existe la imperiosa necesidad de cambiar de perspectiva social. Durante demasiado tiempo, los problemas de las personas con discapacidades han sido agravados por una sociedad invalidante que se fijaba más en su discapacidad que en su potencial".

 

En síntesis, los actuales cambios en el discurso de la educación especial tienen sus antecedentes normativo-legales en conceptos pertenecientes tanto a la Declaración de los Derechos Humanos (1948), Como a la Conferencia Mundial de Educación para Todas (1990) y a la ya nombrada Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales de Salamanca (1994).

 

No podemos dejar de alertar, a partir del énfasis puesto en la concepción de pedagogía centrada en el niño, sobre el peligro de que se diluya con esta focalización la importancia de la formación y la capacitación del docente ante este planteo.

                                                             

Por ultimo, queremos destacar que la práctica cotidiana de integración de alumnos con NEE en las escuelas comunes muestra que esto se realiza, la mayoría de las veces, sólo en la medida en que la familia "presiona" para ella. En esas cosas, la escuela parece esforzarse para considerar admisible la diferencia.

 

Pero son muy pocos aun los alumnos con NEE de sectores desfavorecidos integrados en el circuito de escolaridad común. Cuando la diferencia a la atipicidad del alumno tiene connotaciones sociales, se despliegan otros mecanismos de resistencia y de rechazo hacia la inclusión del alumno que es distinto.

 
 

El movimiento pedagógico de la educación intercultural

 
Este movimiento se centra tanto en el tratamiento de pluralidad cultural y étnica existente en las escuelas, como en la crítica a las limitaciones de la educación formal y sistemática. Considera que la educación escolarizada conlleva la idea de imposición, en el sentido de la "inculpación" que se ejerce cuando se intenta transmitir contenidos valorados por un determinado grupo social. Es este grupo o sector dominante el que jerarquiza algunos contenidos y neutraliza otros.

 

Entre sus propósitos generales, la educación intercultural pretende asegurar el cumplimiento de la igualdad de oportunidades y trata de que los alumnos logren una competencia bicultural. Esto significa la capacidad para poder adecuarse a la comunidad mayoritaria y a aquella propia o minoritaria, a través del dominio de medios, como la lengua y el conocimiento de los valores centrales de las diferentes culturas y grupos. Pero es cierto que dentro de este movimiento aparecen tendencias que destacan algunos propósitos más que otros, como ocurre con todos los temas importantes en la educación.

 

¿Educación pluricultural, transcultural, multicultural o intercultural?

 

En un primer momento de su historia, hacia la década de 1960 - 1970, la llamada "educación pluricultural" tuvo como propósito igualar las posibilidades  educacionales de los alumnos culturalmente diferentes, adoptando la línea de los programas de compensación que tuvieron un carácter doblemente etnocéntrico-:

      Desde el punto de vista de los objetivos, la educación pluricultural se propuso "evitar el derroche de competencias no utilizadas que pueden encontrarse en los grupos desfavorecidos". Según A. Little y G. Smith, este movimiento se origino en los medios políticos estadounidenses como consecuencia de la inquietud que provoco el lanzamiento del primer "Sputnik" soviético al espacio; surgió así la necesidad de detectar los talentos potenciales de los jóvenes en su primera infancia para asegurarles una formación especial, particularmente en las materias científicas.

      Desde el punto de vista ideológico, estuvo centrado en considerar las desventajas escolares de las minorías étnicas, de los grupos sociales desfavorecidos, como vacíos o déficit en sus culturas.

 

Con estos programas educativos, se intentó que estas minorías marginadas alcanzaran las "culturas de avanzada" de las sociedades occidentales.

 

Segun Camilleri, la enseñanza compensatoria motivó en los Estados Unidos una serie de experiencias pedagógicas, cuyo denominador común fue la brevedad. Se partió del supuesto de la concepción del déficit de los individuos culturalmente marginados, lo que llevó a generar múltiplex dispositivos escolares a modo de cursos de sostén o recuperación. Estos, en su mayoría estuvieron destinados a los hijos de los inmigrantes desfavorecidos. Pero el optimismo del principio se desvaneció rápidamente frente a resultados decepcionantes.

 

Por otra parte, la llamada visión transcultural especifica los siguientes objetivos:

 

a)     Desarrollar una cierta empatía con otros seres humanos,
comprendiendo la diversidad, las similitudes, las diferencias y las
interdependencias.

b)    Conocer las razones de los conflictos entre seres humanos en el círculo de las relaciones personales y de las relaciones dentro de las naciones o en el contexto internacional.

c)     Desarrollar un compromiso de cara a combatir los prejuicios y las discriminaciones, favoreciendo la solidaridad y el asentamiento de los derechos humanos.

d)    Valorar el significado de los logros de individuos y de grupos distintos.

e)     Internalizar normas morales de comportamiento dentro de las sociedades yen un mundo pluricultural.

f)     Desarrollar la comprensión de la interdependencia entre distintos ambientes, economías y culturas.

g)    Adquirir habilidades prácticas, conocimientos, destrezas y actitudes apropiadas para desenvolverse en una sociedad pluralista.

h)     Desarrollar capacidades de imaginación, investigación y racionalidad
para comportarse responsablemente en el medio cultural, social y
ambiental.

 

Surge así, un nuevo movimiento cuyos pilares son: no jerarquizar las culturas, hablar de diferencias y no de desigualdades y valorizar las diferentes culturas como fuente de enriquecimiento y de desarrollo. Entonces, se cambia el nombre educación multicultural, pluricultural o transcultural por el de intercultural.

 

Sucintamente, se podrían distinguir tres posiciones básicas al respecto:

 

      La asimilacionista, que intenta la asimilación de las minorías dentro de la cultura dominante; se corresponde con los programas de educación compensatoria.

      El pluralismo cultural, que intenta mostrar visiones plurales de la sociedad y de sus elaboraciones.

      La multiétnica, que considera en las sociedades de países desarrollados la existencia de un biculturalismo de hecho, lo que hace necesario proveer a los individuos competencias de ambas culturas para que puedan desempeñarse en ellas al mismo tiempo y con las mismas posibilidades.

 

Los alcances de la educación intercultural

 

Del análisis del termino "intercultural" se desprende que: 1. El prefijo "inter"  destaca la connotación de interacción, intercambio, ruptura del aislamiento, reciprocidad, solidaridad; 2. el termino "cultura" es considerado en sentido amplio e incluye el reconocimiento de la diversidad:

 

        de los valores,

        de los modos de vida,

        de las representaciones simbólicas presentes en los vínculos con los otros,

        de la cosmovisión o la aprehensión del mundo,

        de las interacciones entre los múltiples registros de la misma cultura y entre diferentes culturas.

 

Pero, precisamente, lo central del problema es la forma como se concibe y se pone en práctica la valorización de la diferencia. Hablar de diferencia en lugar de desigualdad presenta algunos obstáculos. Mencionamos das de ellos:

 

     La posibilidad de pérdida del consenso social y, por ende, hasta de la unidad nacional.

      Al cristalizarse las diferencias culturales, se podría correr el riesgo de concebir los distintos grupos minoritarios como meras abstracciones, como entidades homogéneas. Esto podría conllevar el peligro de no ver las semejanzas entre los grupos, es decir, dejar a un lado la natural diversificación existente en el interior de cada uno de los grupos humanos. Es sabido que en las sociedades complejas, cada individuo organiza de manera peculiar su "bagaje cultural" en relación con la cultura dominante.

 

Pero, si bien existen obstáculos, la educación intercultural es de gran valor porque puede lograr que los alumnos de los grupos marginales dejen de sentirse aislados y logren posicionarse de manera diferente en relación con la cultura dominante.

 

La educación intercultural tiene el poder de generar en los alumnos un amplio abanico de actitudes, desde la incorporación de algunos rasgos de la cultura dominante hasta la asimilación total.

 

"Todos vivimos al lado de semejantes cercanos de los que diferimos culturalmente. Desde los contrastes culturales entre esos semejantes hasta las disimilitudes de origen étnico entre grupos de muy distinta procedencia, las diferencias son sólo de grado".

 

Pero el reemplazo del concepto de desigualdad por el de diversidad, lleva implícito un dilema de gran alcance: al negar la jerarquización (desigualdad} en el piano de los conocimientos, en pos de la diversidad, el discurso científico se equipara a otros valorados por distintas culturas. En el mundo académico, esta igualdad es considerada como imposible y llevó a D. Lawton a decir que "le parece un relativismo excesivo pues, si todos los conocimientos tuvieran el mismo valor, por qué y para qué existen aún escuelas".

 

Otro dilema por considerar es que al tratar las culturas en un mismo nivel, se desconocen las desigualdades en el desarrollo de las aptitudes que ellas promueven, estimulan, frenan o instituyen.

 

Avanzando en estas objeciones teóricas, se agrega una de orden práctico: ¿cómo adaptar la educación a las diferencias culturales sin separar los grupos culturalmente distintos, sin segregarlos, sin incomunicarlos? ¿Cómo valorizar la diferencia como tal sin erigirla necesariamente en una cuestión absoluta, como en el racismo, y convertirla, as!, en algo cerrado?

 

En síntesis, como manifiesta M. Rey-Von Allmen, "lo intercultural está constantemente amenazado, en lo cotidiano, por el maniqueísmo de los que lo rechazan y de los que lo defienden".

 

En realidad, los obstáculos planteados hasta el momento muestran la dificultad de un tratamiento satisfactorio de la diversidad. Todas estas objeciones muestran la necesidad de un enfoque dialéctico y no mecánico que posibilite una autentica comunicación sin ingenuidades. Esto significa considerar tanto aspectos de índole cognitiva y afectiva como pragmática, es decir, se requiere: por un lado, una información precisa sobre las diferencias, teniendo en cuenta su naturaleza y su importancia; y por otro, una actitud integradora.

 

Otra cuestión de peso en el modelo de educación intercultural es la concerniente a los antagonismos entre los valores de las diferentes culturas, respecto de lo cual es necesario considerar:

 

1.     Los principios morales que gobiernan la vida de cada grupo. En este sentido, la Antropología muestra la existencia de una gran cantidad de valores morales comunes de las diferentes culturas. Pero si persisten valores antagónicos, el problema debe ser tratado tanto en la escuela (favoreciendo el consenso entre alumnos culturalmente distintos) como en la sociedad, según lo característico del modelo democrático. Es decir, propiciar la libre confrontación, pero sin olvidar que lo intrínseco de la democracia es legitimar la voluntad de la mayoría. Por tanto, la educación intercultural se torna un problema social y no sólo de la institución escolar.

 

2.     Los modelos educacionales y de sistemas de aprendizaje diferentes según las culturas de donde provengan los alumnos. Esta consideración contempla tanto los aspectos organizacionales de los sistemas escolares como aquellos relacionados con los ritmos y los modos de aprender, así como las matrices de aprendizaje sociales e individuales puestas en juego.

 

¿Cómo resolver estos antagonismos? Al respecto se podrían mencionar ciertos principios:

 

a)     Evitar la separación física de los grupos culturalmente diferentes. No sólo para que la interacción posibilite el enriquecimiento a partir de las diversidades, sino porque ningún individuo llega a considerar su diferencia como rasgo positivo de su identidad si no es reconocida y aceptada por los otros. La identidad que yo me prescribo, no tiene valor si no coincide con la que me prescriben los demás. El individuo construye la fortaleza o la debilidad de su identidad en función de sUs interrelaciones con los otros. Como declara M. Abdallah-Pretceille, si se piensa en los términos de alumno nativo-alumno extranjero, esta perspectiva interaccionista define la diferencia no como un dato natural o como un hecho objetivo de carácter estadístico, sino Como una verdadera relación dinámica entre dos entidades que se dan mutuamente un sentido.

 

b)    El modelo intercultural para ser coherente debe tener alcance genérico. Es decir, no puede destinarse solamente alas poblaciones escolares minoritarias porque, entonces, se torna lleno de contradicciones e imposibilidades prácticas que conducen necesariamente a nuevas segregaciones. Lo intrínseco al interculturalismo en pedagogía es la posibilidad de orientarse a todo el alumnado. Esto significa que la educación intercultural no se corresponde con programas dirigidos a ciertos grupos aislados. Su rasgo esencial es una educación de todos para las diferencias culturales -incluidos los no minoritarios-, para posibilitar, de esta manera, la interacción de las distintas perspectivas.

 

"Esa mentalidad, esa estructura y ese currículum hay que elaborarlos y desarrollarlos no sólo para una minoría cultural concreta, sino para hacer de la escuela un proyecto abierto en el cual quepa una cultura que sea un espacio de diálogo y de comunicación entre colectivos sociales diversos".

 

Esto lleva a un cambio de perspectiva respecto de los problemas escolares, constituyéndose así una pedagogía de las relaciones humanas que destaca la tendencia de pleno desarrollo de la persona a partir exclusivamente de la aceptación, por todos los demás, de lo que cada uno es.

 

Con todo esto se quiere decir que no se puede juzgar el éxito o el fracaso de la pedagogía intercultural solamente en función de los resultados obtenidos con algunas minorías en la escuela. En síntesis, si se modifica la relación entre pares y con los docentes en función del modelo de la educación intercultural, si se dejan a un lado las expectativas negativas y los prejuicios mutuos, es muy probable que desaparezca gran parte de los factores del fracaso escolar. El mejor medio para evitar el etiquetamiento y la estigmatización de los individuos de culturas diferentes es la consideración de una pedagogía que no sólo tome en cuenta estas diferencias, sino que también preste atención a los otros registros de diversidad de la personalidad de todos los alumnos. Para ello es necesario ponerse de acuerdo en las vías institucionales, lo que muestra claramente que el problema de la escolarización de las minorías no es solamente un problema de públicos específicos. Traduce y simboliza los problemas que los sistemas sociales y de enseñanza necesitan plantearse a sí mismos.

 

El objetivo de la educación intercultural es la pedagogía centrada en el que aprende, así como en la formación del que enseña, con capacidad para no generar segregaciones institucionales. La clase escolar es concebida en su diversidad y considerada como el espacio privilegiado por excelencia para la expresión y el desarrollo plenos de la educación con, en y para la diversidad.

 

No corresponde a la escuela determinar cual es la identidad de los alumnos ni elegir para ellos una identidad. Pero es importante que les de los medios para diversificar sus marcos referenciales, para que puedan vivir con plena legitimidad las diversas modalidades culturales de su medio ambiente.

 

Tanto para los alumnos como para los maestros, la educación intercultural significa el conocimiento, la apropiación de información sobre las culturas no solamente de tipo descriptivo, sino sobre todo de tipo funcional, explicativo y actitudinal. Es decir que las culturas se conciban como formaciones elaboradas por las sociedades para responder, entre otras cuestiones, a los desafíos de su medio ambiente. Se sabe que las culturas cambian de manera natural y permanente. Por eso es necesario mostrar que esta situación se produce también en la propia cultura nacional. Podrían aparecer, así, semejanzas en las reacciones colectivas de las comunidades ante problemas análogos. Se analizarían, entonces: ciertos estereotipos, los complejos de superioridad o de inferioridad de unos y de otros y los juicios morales jerarquizantes.
 

Y de este modo, se favorecería que todas las culturas aparezcan igualmente legitimadas (relativismo cultural), y que la educación intercultural no se reduzca solamente a la consideración y la valoración de lo folklórica y lo exótico.
 
A la educación intercultural -o, para nosotros, la educación en y para la diversidad- le queda pendiente resolver el dilema del lugar del conocimiento científico y su relación con la escuela: ¿Qué contenidos son legitimados por la escuela? ¿La escuela imparte conocimientos científicos solamente? ¿Qué lugar ocupa entonces, el relativismo cultural?
 

Algunos autores dicen que para que el relativismo cultural sea sostenible, debe ser crítico. ¿Qué significa ser crítico? ¿No será una manera encubierta de establecer jerarquías? y con esto no queremos decir que tenga que perder su carácter cuestionador, pero entonces... ¿Cómo resuelve la educación intercultural el problema de los contenidos escolares? Se observa que la preocupación central de los que fundamentan la educación intercultural es la adaptación de los programas/currículum a las características peculiares de los alumnos.
 
Otro aspecto dilemático de la educación intercultural es que se puede ser experto en el conocimiento intelectual de una cultura y al mismo tiempo sentir antipatía o rechazo por los grupos y las personas que pertenecen a ella. La psicología de la xenofobia y del racismo son un ejemplo de ese dilema.
 
La educación intercultural despierta, sin ninguna duda, pasiones contenciosas vinculadas con intereses diversos, pues no depende exclusivamente del dominio cognitivo, sino que involucra otras instancias de la personalidad.

 

Como dice Camilleri, si no se toman en cuenta los diversos alcances que comprometen esta concepción, se corre el riesgo de condenarse a "un barniz de educación intercultural, poco eficaz y probablemente sin futuro". Este autor recomienda promover el debate. Nosotras agregamos: la concientización del conflicto que genera el modelo de la pedagogía intercultural; con lo cual, claro está, se torna en una pedagogía de riesgo.
 
Por ultimo cabría también mencionar otro límite: el alumno "en lugar de afirmar su personalidad hacia una apertura, puede evolucionar también hacia cierta desorientación".
 
Estas consideraciones, más que desalentar, intentan motorizar la investigación, la indagación de los docentes, la teorización de los especialistas. Esta postura requiere mejorar los enfoques y las prácticas de la educación intercultural -o lo que para nosotras es la educación en y para la diversidad.
 
En síntesis, la educación intercultural como potencial de transformación penetra en lo más profundo de la educación (la moral, el mundo de los valores, etc.) y no sólo en su aspecto puramente estructural o formal. De ah, que se torne imprescindible producir una profunda toma de conciencia tanto en las decisiones políticas y de gestión como en el pensamiento pedagógico-actitudinal de los docentes.

 

De las dos vertientes teóricas (educación especial e intercultural) que nutren la concepción de escuela en y para la diversidad, consideramos importante destacar algunas de sus ideas centrales:
 
      el valor positivo de la diferencia;
      el enriquecimiento en la interacción con las diferencias;
      la no segregación de los alumnos diferentes, integrándolos en el sistema escolar, es decir, brindándoles condiciones de normalización;
      el modelo de una pedagogía centrad a en el alumno y su correlato sine qua non: la importancia de profundizar en la formación y la capacitación de los docentes.
 

El valor de la diversidad
 
En este punto, creemos necesario hacer una sutil distinción entre los términos diferencia y diversidad.
 
La palabra diferencia podría llegar a sugerir cierto parámetro de contraste, cierto modelo de referencia y hasta de excelencia. Mientras que el término diversidad remite descriptivamente a la multiplicidad de la realidad o a la pluralidad de realidades. Preferimos, entonces, hablar de diversidad.
 
La diversidad considerada como valor implica orientar la educación hacia los principios de igualdad, justicia y libertad, y todo ello para establecer un compromiso permanente con las culturas y los grupos minoritarios. Como dice López Melero:
 
"... El pensamiento de la educación intercultural aspira a superar los prejuicios y considera la diversidad como un valor positivo que modula las relaciones entre las distintas culturas que acuden a la escuela. Este mensaje requiere que si la escuela está decidida a dar una respuesta a todos los niños que acuden a ella, no lo puede hacer desde concepciones ni desde prejuicios patológicos y perversos sobre la diversidad, sino desde la consideración de que ser diverso es un elemento de VALOR y un referente positivo para cambiar la escuela. Todo ello permitirá que los alumnos vayan adquiriendo una cultura distinta al vivir las diferencias entre las personas como algo valioso, solidario y democrático..."
 
La educación en y para la diversidad no es una ilusión teórica, sino una practica necesaria que lleva a un proceso complejo y dificultoso. Requiere no sólo recursos y medios, sino un cambio en las convicciones culturales, sociales y educativas en toda la sociedad. Es una visión crítica de la escuela y no una mera readaptación de cambios institucionales.
 
Es un tema polémico porque supone cuestiones curriculares y organizativas y porque plantea un cambia de actitud de las docentes y también de su formación. Además, porque las cuestiones ideológicas están siempre presentes en estas temáticas.
 
La educación en y para la diversidad o intercultural supone una pedagogía para la enseñanza obligatoria que se opone a la selección jerárquica y propone explícitamente el desarrollo de los alumnos dentro de un contexto escolar que sea respetuoso y comprensivo de la diversidad personal y colectiva.


*Fuente: DEVALLE DE RENDO, Alicia y VEGA, Viviana (2006). Una escuela EN y PARA la Diversidad. El entramado de la diversidad. Argentina: Aique Grupo Editores. Pp. 23-39.