“El espacio que habla, muestra y enseña”*
Rebeca Anijovich, Mirta Malbergier y Celia Sigal
 

 

La escuela que necesitamos reconocerá que diferentes formas de representación desarrollan diferentes formas de pensar, transmiten diferentes clases de significado y hacen posible diferentes calidades de vida.

                                                                                ELLIOT EISNER[1]

 

 

La sociedad actual, y la futura aún más, necesitan un nuevo estilo de hombres y mujeres que puedan manejarse en un mundo complejo, cambiante e imprevisible. Personas creativas e imaginativas, capaces de integrar equipos y formar alianzas para alcanzar los objetivos propuestos, de adaptarse a nuevas situaciones y de emplear las estrategias apropiadas para resolver problemas inesperados.

 

Uno de los caminos que la escuela pueda ofrecer para formar alumnos que estén capacitados para responder a estas demandas consiste en crear entornos educativos desafiantes, flexibles, con multiplicidad de estímulos, recursos y variedad de formas organizativas de trabajo.

 

David Perkins, en La escuela inteligente, se refiere a la modalidad de “la persona más el entorno”, según la cual las personas no funcionan aisladamente sino en consonancia con el entorno, haciendo uso tanto de la información y de los recursos físicos disponibles como de la actividad compartida con otros[2]. Esta perspectiva de la persona integrada e interactiva con el entorno se basa según el autor en dos principios:

1.     El entorno –los recursos físicos, sociales y simbólicos que se hallan fuera de la persona- participa en la cognición no sólo como fuente de suministros y receptos de productos, sino como vehículo de pensamiento. El entorno, en su sentido real, es verdaderamente una parte del pensamiento.

2.     El remanente del pensamiento –lo que se aprendió- se encuentra en la mente del alumno y también en la disposición del entorno. No obstante, se trata de un aprendizaje genuino. El entorno, en un sentido real, sostiene parte del aprendizaje. [3]

 

Recorriendo la escuela

 

La escuela comienza al ingresar donde podemos observar un grupo de alumnos de un mismo curso trabajando en el aula mientras otros alumnos en los corredores, sentados alrededor de mesas de trabajo, intercambian puntos de vista y comparten información para resolver una consigna auténtica. También hay alumnos que observan material expuesto en una pared afuera del aula, y otros, en la biblioteca, consultan libros y buscan información en una computadora. ¿Qué les ofrece este entorno? Paredes que parecen hablar, bolsilleros con propuestas de trabajo autónomo y grillas de autoevaluación, equipos de docentes que circulan entre los alumnos presentando consignas de trabajo diferentes elaboradas por ellos mismos, posibilidades de trabajar cooperativamente y de consultar una variedad de fuentes de información ubicadas en diversos lugares de la escuela y un libre acceso a la utilización de los recursos disponibles.

 

La escena descripta nos muestra un conjunto de elementos articulados, organizados y dispuestos intencionalmente al servicio del aprendizaje y desarrollo de la autonomía de los alumnos, dominando el entorno educativo.

 

En el entorno educativo de cada escuela se refleja en forma explícita o implícita la concepción de la enseñanza y el aprendizaje que se sostiene en ella. Sus elementos constitutivos son:

 

  • Programa de estudios: objetivos diferenciados, modos de selección y organización de los contenidos y tipos de actividades.

 

  • Recursos: variados, flexibles y accesibles.
  • Entorno social: clima social, calidad de las relaciones interpersonales, tipo de vinculación entre los alumnos, docentes, personal no docente, familias y comunidad.

 

  • Entorno físico, que incluye:

 

a)    Distribución y modos de organización de los espacios escolares: aulas, pasillos, patios, bibliotecas, otros.

b)    Mobiliario y equipamiento: cantidad y calidad de mesas, sillas, pizarras, muebles en general y recursos tecnológicos.

c)    Condiciones físicas: aire, luz, amplitud de los espacios, el tipo de desplazamientos que permite, aspectos estéticos, entre otros.

 

  • Estructura organizativa: el uso del tiempo y la distribución de los espacios en relación con las actividades, la rotación de los docentes dentro de un curso, los sistemas normativos que regulan la participación y la organización, los tipos de agrupamientos y de interacciones.

 

Como nos dicen Utset y Muxart:[4]

 

La cuestión es cómo convertir este escenario en una invitación a actuar. Es decir, no convertir la función en obra de protagonista único, sino en una obra coral, con una multiplicidad de acciones que se desarrollen simultáneamente, pero no independientemente las unas de las otras sino en interrelación…

 

 

Ya hemos dicho que el entorno educativo es mucho más que el espacio físico donde tiene lugar el acto educativo. El desafío ahora será poner en escena todos los principios de nuestro enfoque educativo.

 

Entorno educativo y desarrollo del aprendiz autónomo

 

Es importante señalar que un entorno educativo favorece la autonomía de los alumnos cuando:

 

·        Estimula la elección: ofrece variadas alternativas para que el alumno escoja entre ellas con responsabilidad.

 

·        Alienta la confianza del alumno en sus propias posibilidades: ofrece propuestas que invitan al estudiante a expresarse a autoevaluarse y lo desafían a superarse constantemente.

 

·        Estimula el interés: presenta propuestas atractivas e interesantes y da lugar a otras que surgen de la curiosidad de los estudiantes.

 

·        Ofrece situaciones abiertas de aprendizaje; los alumnos emplean sus propias estrategias, deciden los modos de resolver los problemas planteados y los tipos de productos a presentar.

 

·        Favorece EL intercambio y el trabajo cooperativo: incluye propuestas de aprendizaje en las que los alumnos interactúan y aprenden unos de otros.

 

·        Ayuda a la reflexión y el pensamiento crítico: crea situaciones en las que los alumnos discuten, argumentan, disciernen lo importante de lo accesorio y evalúan la pertinencia de sus ideas en relación con los temas estudiados.

 

·        Propicia la autoevaluación y la co evaluación: independiza al alumno de la evaluación exclusiva del docente creando oportunidades y recursos para su propio monitoreo y control.

 

·        Adjudica al docente el rol de facilitador del aprendizaje; el docente colabora, moviliza, orienta, estimula, asiste y genera oportunidades de aprendizaje que respondan a las distintas necesidades de los alumnos.

 

Los entornos son pasibles de ser evaluados mediante una matriz como la siguiente:
 
 


Díce Pro Maite:[1]

 

La imagen constituye un medio de expresión para el hombre. Un medio por el cual recibe innumerables comunicaciones y a través del cual puede expresarse con eficacia. Ya Pestalozzi, a principios del siglo XIX, aportó una serie de mapas y diversa iconografía en un esfuerzo por conseguir una mayor eficacia en la transmisión educativa. Y muchas de las propuestas planteadas por Freinet, como la correspondencia escolar, la comunicación escolar a través de diferentes medios (…) vuelven a estar de actualidad en las escuelas.

 

La imagen visual tiene un lenguaje propio que transmite mensajes de una forma particular y que no es reductible al lenguaje verbal. Es un dato relevante que la expansión de los medios de comunicación audiovisuales –considerados junto con la publicidad de elementos indispensables de la sociedad de consumo posmoderna-, posibilitan el desarrollo de habilidades de lectura y expresión por medios icónicos.  En la actualidad la comunicación por imágenes tiene una importancia creciente como efecto de la inmediatez y ejercen una influencia muy importante, especialmente entre las nuevas generaciones.

 

¿Cuál es la relación entre la comunicación visual y el entorno educativo?

 

Hemos dicho anteriormente que el entorno educativo transmite mensajes y en ese sentido, las paredes de la escuela son un medio privilegiado para dicha transmisión. Por tal motivo el diseño y armado de las paredes ocupa un espacio importante en la planeación de la tarea docente debiendo tomarse en consideración criterios estéticos y didácticos.

La participación activa del alumno en el diseño y elaboración de paredes no sólo desarrolla su habilidad manual sino que también le permite poner en juego habilidades tales como las de representación y composición, análisis, inferencia, resolución de problemas, comprensión. Al armar una pared relacionada con un tema de estudio se enriquece su comprensión y al mismo tiempo puede proyectar sus sentimientos y emociones.
 
Las paredes pueden ser diseñadas de tal forma que permitan cumplir propósitos variados como: informar, despertar curiosidad, incentivar a la acción, estimular procesos de pensamiento, y también ser testigos del aprendizaje de los alumnos funcionando como escenarios para su expresión.
 
Cuando un docente planifica una pared debe decidir:
 
1)    el tipo de participación que dará al alumno en su elaboración.
2)    el tipo y grado de actividad que promueve en el alumno.
 
Las combinaciones posibles entre estas dos variables aparecen en el siguiente cuadro en el cual hemos incluido a modo de ejemplos, fotografías que el lector podrá encontrar en este libro.
 
Sea cual fuere el tipo de pared que se diseñe, su armado puede realizarse tanto al introducir un tema como durante su desarrollo o bien al culminarlo. En cualquier caso, lo fundamental es que conserve sus funciones de comunicadora y de promotora de los aprendizajes de los alumnos.
 
Por lo dicho, advertimos que en una escuela que atiende a la diversidad el entorno adquiere un protagonismo especial. Y hemos esbozado las perspectivas y procedimientos que un docente deberá implementar en la creación de un espacio que facilite a sus alumnos el trabajo en forma autónoma de modo que puedan expresar sus ideas y ver y escuchar las de otros. En este entorno las paredes transmitirán mensajes, e invitarán al alumno a aprender a crear, a producir. Y el maestro no será ya más el único poseedor del saber, ya que éste estará distribuido en diversos lugares y entre diferentes personas.



[1] M. Pro, Aprender con imágenes, Barcelona, Paidós, 2003, p.27.



* Fuente: ANIJOVICH, Rebeca & MALBERGIER, Mirta & SIGAL, Celia (2005). México, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, España, Estados Unidos de América, Guatemala, Perú, Venezuela: Fondo de Cultura Económica. Pp. 87-96.
 
[1] E. Eisner, La escuela que queremos, Buenos Aires, Amorrortu, 2002, p. 11.
 
[2] Podemos encontrar el origen de este concepto en: G. Salomon, (comp.), Cogniciones distribuidas. Consideraciones psicológicas y educativas, Buenos Aires, Amorrortu, 2001.
[3] D. Perkins. La escuela inteligente, Barcelona, Gedisa, 1995, p. 136.
[4] M.Utset y A. Muxart, “El aula, escenario de la diversidad”, en: M. Aldamiz et al., ¿Cómo hacerlo? Propuestas para educar en la diversidad, Barcelona, Graó, 2000, p. 14.