“Preparando el ambiente educativo para la inclusión educativa”*
 

 

Proyecto educativo e inclusión

 

Como ya se ha señalado, poner en marcha prácticas efectivas de inclusión educativa, requiere preparar las condiciones del centro, involucrando la participación de todos/as los actores del proceso educativo, de este modo, se estimula la definición de objetivos comunes, y se resuelven con mayor facilidad las diferencias.

 

Una de las acciones más importantes para mejorar las respuestas educativas a la diversidad y a las NEE es conocer bien el funcionamiento del centro, revisar y evaluar aquellos aspectos que se encuentran más débiles en la institución escolar como su organización, prácticas pedagógicas, clima social, entre otros aspectos.

El Proyecto Educativo es el instrumento a través del cual la escuela define su identidad; clarifica las metas de desarrollo institucional, orienta los distintos procesos que ocurren en el centro educativo, da sentido y racionalidad a la gestión para el mediano y largo plazo, favoreciendo el desarrollo de un trabajo en torno a objetivos compartidos.

 

A continuación se presentan algunas sugerencias generales que pueden servir de ayuda a los centros educativos que para avanzar hacia el enfoque de la inclusión.

 

  • Conocer y reflexionar sobre los principios, el sentido y las implicancias que tiene para la comunidad educativa llevar a la práctica los planteamientos de la educación inclusiva, es el punto de partida para toda escuela que desee orientar su proyecto educativo a la luz de este enfoque.

 

  • Definir metas y objetivos realistas, teniendo en cuenta como punto de partida para establecer las prioridades de mejora, las fortalezas y debilidades que presenta la comunidad escolar para dar respuestas educativas de calidad a la diversidad y a las NEE, a la luz de los factores de éxito que han demostrado las escuelas eficaces. (ver diagrama: Las características de las escuelas eficaces).

 

  • Establecer prioridades y metas a corto, mediano y largo plazo, tanto para los aspectos relacionados con la gestión, como con el desarrollo curricular, adoptando decisiones relativas al uso del tiempo, a las funciones de cada participante y a la asignación de los recursos materiales necesarios, cerciorándose de que existan los recursos necesarios para la implementación y evaluación de las prácticas de inclusión.

 

  • Considerar en la planificación la diversidad de necesidades, las competencias e intereses de los distintos actores implicados en el proceso educativo (alumnos/as, docentes, padres y madres).

 

  • Instaurar en la escuela un clima de apoyo que estimule a cada persona a experimentar nuevas maneras de trabajar. Sentirse apoyado cuando se intenta modificar las formas tradicionales de enseñanza es una condición muy importante, especialmente en la etapa de puesta en marcha de una innovación. El asesoramiento y los comentarios positivos, son muy valiosos. Enfrentar con éxito los desafíos que demanda la atención a la diversidad implica asumir ciertos riesgos.

 

  • Definir indicadores que permitan la evaluación de la marcha del proceso, valorar los resultados e introducir las mejoras que se estimen convenientes. Por ejemplo: algunas preguntas que habría que plantearse son:

 
¿Se están alcanzando los objetivos fijados?

¿Qué medidas han resultado efectivas para dar respuesta a la diversidad? ¿Qué aspectos del proceso es necesario mejorar?, si es así ¿cómo? ¿Qué opinan los actores de los resultados alcanzados?

 

A continuación se presenta un diagrama que resume los hallazgos de investigaciones realizadas en diversos países acerca de las características de las escuelas eficaces.
 
Trabajar para la inclusión exige un esfuerzo sostenido y una evaluación permanente que permita a todos/as los participantes conocer qué está sucediendo y qué consecuencias está teniendo el plan educativo en desarrollo, no sólo en relación con los objetivos inicialmente previstos sino también en las actitudes y las valoraciones de aquellos que lo están llevando a la práctica. La evaluación atenta y permanente de los equipos directivos permitirá hacer los ajustes necesarios en forma oportuna, cambiar las estrategias elegidas o buscar las ayudas externas que se requieran.
 
 
¿Qué se debe evaluar?
 
La detección de las fortalezas y debilidades que enfrenta la institución escolar para dar respuestas de calidad a la diversidad y a las NEE, es fundamental.
 
Los aspectos más relevantes que normalmente se incluyen en la evaluación de un centro educativo son los siguientes:
 
  • Sistema de participación y de toma de decisiones.
  • Papel del equipo directivo y de los profesores.
  • Diseño e implementación curricular.
  • Resultados de los aprendizajes de los alumnos.
  • Atención a la diversidad y a las NEE.
  • Métodos de enseñanza y de evaluación.
  • Expectativas sobre el aprendizaje de los alumnos/as.
  • Relaciones con los padres y familias.
  • Relaciones con la comunidad
 
La evaluación puede considerar algunos de estos procesos, no necesariamente todos ellos. Sin embargo, es importante no olvidar las interrelaciones de la mayoría de estos aspectos. Por ejemplo, el desarrollo del currículo no puede analizarse de forma separada de la atención de la diversidad de alumnos/as, de los métodos de enseñanza que se utilizan y de los sistemas de evaluación que se emplean con los propios alumnos.
 
Todo proceso educativo al final de un año escolar debe orientarse principalmente a conocer qué resultados se han obtenido en relación con los objetivos propuestos, cuáles han sido las causas del mayor o menor éxito y qué efectos ha producido en la cultura de la escuela.
 
Se trata de reflexionar sobre qué ha funcionado bien y qué ha funcionado mal en relación con las prioridades establecidas, las estrategias elegidas, las soluciones planteadas ante los problemas y las respuestas organizativas formuladas.
 
Es aconsejable que esta etapa sea participativa y sus conclusiones recojan de forma equilibrada las opiniones, a veces discrepantes, de los que han contribuido al desarrollo del plan.
 
La evaluación final cierra un ciclo y es parte de uno nuevo, transformándose en información valiosa para definir las mejoras que hay que considerar en el Proyecto educativo institucional. La mayor experiencia y los aprendizajes logrados por parte de los participantes son elementos que les permiten más confianza y seguridad para continuar con el proceso de cambio.
Para estimular la participación, el compromiso y el esfuerzo en el desarrollo de un proyecto educativo inclusivo debe existir una necesidad sentida de cambio por parte de los actores. El cambio supone muchas veces desprenderse de concepciones profundamente arraigadas lo que genera temores e incertidumbres. En este sentido, la convicción acerca de los beneficios que puede representar la nueva orientación del proyecto para la comunidad educativa es fundamental.
 
Aulas inclusivas
 
Las aulas inclusivas asumen una filosofía bajo la cual todos y todas pueden aprender y son miembros del aula con iguales derechos. En un aula inclusiva las diferencias se valoran como una buena oportunidad para la mejora y el enriquecimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
 
Los maestros y maestras que se preocupan de acoger e incluir a todos los niños y niñas tienden a enfatizar la atmósfera social en el aula, sirviendo como ejemplo y enseñando a respetar y valorar las diferencias. Los niños/as que aprenden junto a niños/as que no ven, no escuchan, que requieren sillas de ruedas, o que tienen otras necesidades especiales, aprenden rápidamente que en el aula pueden participar de actividades diferentes y recibir distintos tipos de ayudas o apoyos para enfrentar las situaciones de aprendizaje.
 
La calidad de los aprendizajes de los niños y niñas está influenciada en gran parte por la calidad de los procesos educativos del aula y por la capacidad del docente para analizar y reflexionar sobre su práctica y tomar decisiones que promuevan el aprendizaje y la participación de todos sus alumnos y alumnas.
 
Planificar bien las situaciones de aprendizaje, en particular las estrategias a implementar, son una de las acciones fundamentales para una enseñanza exitosa. Según Ainscow (2001) la planificación es más eficaz y operativa cuando:
 
  • Los planes de clase son variados.
  • La organización del aula se adapta en respuesta a la información que proporcionan los estudiantes durante las clases.
  • Las estrategias se planean para permitir a los alumnos/as que encuentren el sentido de las actividades de aula.
  • Las experiencias de aprendizaje que se realizan en familia se planean con el fin de reforzar y ampliar el aprendizaje.
 
La programación del aula es el instrumento en el que se refleja por escrito la planificación que orienta los procesos de enseñanza y aprendizaje que tienen lugar en ella. Esta planificación ha de conseguir el difícil equilibrio entre dar respuesta al grupo como tal y a cada alumno/a dentro del mismo, por lo que tiene que ser un diseño abierto y flexible.
 
Para lograr este propósito, los docentes tienen que tomarse tiempo para conocer bien a sus alumnos y alumnas; sus niveles de aprendizaje y de competencia curricular; sus intereses y motivaciones; cómo aprenden mejor; sus NEE entre otros aspectos. Este conocimiento permitirá establecer diferentes niveles en la programación y actividades de aprendizaje y ajustar la ayuda pedagógica al proceso educativo de cada estudiante.
 
En las aulas inclusivas, se proporciona apoyo a todos los niños y niñas para que participen y aprendan. Sin embargo, esto no será posible con un currículo de aula predefinido y estandarizado que no tenga en cuenta la diversidad de las características y necesidades de todos los alumnos/as, sino que por el contrario.
 
La interdisciplinariedad es otra característica que ha de tener una propuesta curricular para atender la diversidad. Es decir más que una propuesta fragmentada hay que hacer una propuesta curricular holística que permita relacionar los diferentes contenidos y ponga énfasis tanto en la construcción de conceptos como de contenidos procedimentales y actitudinales. Esta posibilidad de enseñar desde la globalidad y no desde las partes beneficia a todos los alumnos/as, especialmente a aquellos que presentan dificultades, ya que el alumno/a tiene una gama más amplia de posibilidades de vincularse con los contenidos a partir de un espectro mayor y no restringido como ha ocurrido en la enseñanza tradicional.
 
El punto de partida es tratar de responder a las necesidades individuales desde una metodología común y no tanto buscar métodos y técnicas de trabajo diferentes para los niños y niñas con mayores dificultades, sólo cuándo esto no sea posible habrá de elaborarse una propuesta individual.
 
a) Estrategias para dar respuestas educativas de calidad en el aula
 
Dar respuesta a la diversidad significa romper con el esquema tradicional en el que todos los niños/as hacen las mismas tareas, de la misma forma y con los mismos materiales. La cuestión central es como organizar las situaciones de enseñanza de forma que sea posible personalizar las experiencias de aprendizaje comunes, es decir, como lograr el mayor grado posible de interacción y participación de todos los alumnos, sin perder de vista las necesidades concretas de cada uno. (Blanco, R. 1999).
 
La forma en que se organiza la enseñanza es determinante para lograr que todos los alumnos/as construyan aprendizajes significativos y participen el máximo posible en las actividades del aula. No existen recetas respecto al método ideal para lograr este propósito pero sí algunos ingredientes que es preciso considerar:
 
  • Motivar a los niños y niñas para lograr una predisposición favorable para aprender.
 
Un factor esencial a tener en cuenta es que todos los niños y niñas sientan que pueden tener éxito en su aprendizaje, especialmente cuando tienen dificultades, para lo cual hay que plantear actividades que puedan resolver con las ayudas necesarias y reforzar el esfuerzo y no sólo los resultados.
 
  • Ayudar a los niños y niñas a atribuir un significado personal al aprendizaje.
 
Esto implica que comprendan no sólo lo que tienen que hacer, sino también por qué y para qué, de esta manera será mucho más fácil que tengan una participación activa en dicho proceso. Existen diferentes medios para lograrlo: demostraciones, conversaciones con los alumnos/as en pequeño grupo e individualmente, explicaciones, aprendizajes en la comunidad, etc.
 
  • Explorar las ideas previas antes de iniciar un nuevo aprendizaje.
 
Cada vez que se inicie un nuevo proceso de aprendizaje es fundamental conocer cuáles son las ideas y experiencias previas de los alumnos/as para determinar la distancia que existe entre lo que saben y lo que se pretende que aprendan. De esta forma será posible ajustar las ayudas y el proceso de enseñanza a la situación de cada alumno/a.
 
  • Variedad de estrategias y posibilidad de elección.
 
No existe el único método o estrategia ideal para todos, porque cada niño/a tiene estilos de aprendizaje, competencias e intereses distintos; una estrategia que puede ser muy efectiva para un niño/a puede no resultar con otro. En consecuencia, el docente ha de contar con un amplio repertorio de estrategias que den respuesta a distintas necesidades y situaciones de aprendizaje. Conviene recordar que los niños con NEE no aprenden de forma muy diferente aunque requieran, en muchos casos, más ayudas y/o ayudas distintas al resto de los estudiantes.
 
Otro aspecto importante para favorecer la autonomía y atender las diferencias es ofrecer la posibilidad de que los niños y niñas elijan entre distintas actividades y decidan la forma de realizarlas. Para lograr una mayor autonomía es preciso dar oportunidades para que los alumnos/as tomen decisiones sobre la planificación de su trabajo y se responsabilicen del aprendizaje. La elección de actividades permite adaptarse a las diferencias individuales y que los estudiantes se conozcan a sí mismos como aprendices. Es muy importante darle a los niños y niñas los tiempos que necesita para que realice las actividades, no hacer o decir las cosas por ellos o ellas.
 
  • Utilizar estrategias de aprendizaje cooperativo.
 
Es ya un hecho bastante demostrado que los niños/as no aprenden sólo del educador sino también de sus iguales. Las estrategias de aprendizaje cooperativo tienen efectos positivos en el aprendizaje, la autoestima, las relaciones sociales y el desarrollo personal. La utilización de este tipo de técnicas facilitan el trabajo autónomo de los niños/as y el docente puede dedicar más atención a aquellos que más lo necesitan.
 
  • Dar oportunidades para que practiquen y apliquen de forma autónoma lo aprendido.
 
Las estrategias y actividades que ofrezca la educadora a los niños y niñas deben dar la posibilidad de que éstos tengan oportunidades de utilizar y practicar los conocimientos y habilidades adquiridas en distintas situaciones y contextos. Saber cuando los niños/as han alcanzado el suficiente nivel de aprendizaje que les permita trabajar en forma independiente o con menos supervisión y ayuda, es fundamental para plantearles nuevas exigencias y desafíos.
 
  • Preparar y organizar adecuadamente los materiales y recursos de aprendizaje.
 
La respuesta a las diferencias de los alumnos/as requiere contar con una variedad de materiales y recursos de aprendizaje que permitan desarrollar una amplia gama de actividades, trabajar determinados temas o contenidos con distinto nivel de complejidad y diferentes formas de utilización.
 
  • Observar constantemente el proceso de aprendizaje de los niños y niñas para ajustar la enseñanza.
 
Estar atento a los procesos que siguen los niños/as para aprender, en particular a las estrategias cognitivas que utilizan, los niveles de logro que van alcanzando y las relaciones que establecen es fundamental para adecuar las estrategias y actividades de enseñanza a las necesidades y estilos de aprendizaje de los niños y niñas y así alcanzar los resultados deseados.
 
  • Organizar el horario del aula teniendo en cuenta las necesidades de apoyo que puedan precisar determinados alumnos/as.
 
Es importante organizar la rutina diaria en función de la naturaleza de los contenidos a desarrollar considerando la capacidad de atención y concentración de los alumnos/as así como, establecer ciertos momentos en los que se realicen actividades individuales que puedan servir de refuerzo o profundización.
 
  • Clima del aula
 
El clima emocional del aula tiene una gran influencia no sólo en el bienestar de los niños/as, sino también en los logros de aprendizaje. En un estudio realizado por la UNESCO3 sobre los factores asociados a los aprendizajes, se mostró que la percepción que tiene los alumnos/as en cuanto al tipo de clima emocional existente en el aula es la variable que, por sí sola, tiene una mayor incidencia en los resultados de aprendizaje que el conjunto de otras variables del aula.
 
En este mismo estudio también se evidenció que en aquellas escuelas en las que el agrupamiento de los alumnos era heterogéneo y no había discriminación en cuánto a género, raza y capacidad era mayor el nivel de logros.
 
Lo anteriormente señalado justifica la necesidad de prestar especial atención a la creación de un clima emocional favorable para el aprendizaje y la participación en las aulas. Algunos aspectos a considerar pueden ser los siguientes:
 
  • Reconocer a cada niño como una persona única y darles un afecto incondicional.
 
Las relaciones entre maestros y alumnos son determinantes para el proceso de enseñanza y aprendizaje, por este motivo es esencial establecer relaciones auténticas y tener una actitud de apertura, para ello es necesario:
    • Demostrar una consideración positiva hacia todos los alumnos/as.
    • Darse tiempo para escuchar a los niños/as tanto en grupo como individualmente. Procurar que ningún niño/a sea invisible, dirigirse a cada uno/a en particular en las diferentes actividades.
    • Desarrollar relaciones en la clase de manera que demuestren coherencia y creen confianza.
    • Comprender y mostrar que la comunicación con los alumnos/as supone tanto escuchar como hablar.
    • Hacer del aula un espacio donde los niños y niñas puedan experimentar sin temor conductas que suponen elegir y asumir riesgos y una responsabilidad personal.
    • Definir límites y pautas de conducta de los niños y niñas en la sala de clases, fijadas por el docente y la escuela.
 
  • Tener altas expectativas y dar retroalimentación positiva (promover la auto-estima y el desarrollo emocional de los alumnos/as).
 
Existe suficiente evidencia acerca de la gran influencia de la autoestima en el rendimiento académico, en el equilibrio emocional, desarrollo personal y en el éxito en la vida en general. Como señala Milicic (2001) la autoestima es importante porque si las personas no se quieren a sí mismas, difícilmente podrán ser felices y hacer felices a los demás. Cuando las críticas excesivas disminuyen la autoestima, no se confía en sí mismo ni en la capacidad para proponerse metas y lograrlas.
 
  • Fomentar la cooperación y relaciones positivas entre los alumnos/as.
 
Es fundamental potenciar el respeto y valoración mutua entre los alumnos/as y promover estrategias que fomenten la cooperación y solidaridad en lugar de la competencia. Los estudiantes han de reconocer las fortalezas de sus compañeros y valorarlos como personas únicas. Para lograr interacciones positivas es preciso establecer canales de comunicación en los que puedan expresarse y conocerse como por ejemplo asambleas de clase, debates o discusión en pequeños grupos.
 
Las educadoras son un modelo fundamental, para sus alumnos/as, por lo que ha de prestar especial atención a los mensajes que emite sobre ellos y ellas, cuidando que no sean descalificadores o impliquen situaciones comparativas. Si el docente destaca las fortalezas de todos los alumnos/as estos aprenderán también a valorarlas.
 
  • Organizar el espacio del aula de forma que facilite la accesibilidad a la información y la autonomía.
 
Favorecer la autonomía y movilidad de los niños y niñas requiere adaptar el espacio a los distintos tipos de actividades y agrupamientos. Los niños/as con mayores dificultades habrán de ubicarse en aquellos lugares en los que tenga un mayor acceso a la información y puedan comunicarse y relacionarse mejor con sus compañeros y el docente. Si en el aula hay niños o niñas con problemas sensoriales o motores es necesario crear condiciones adecuadas de luminosidad, accesibilidad y sonorización.
 
·         Consensuar reglas y rutinas del aula
 
Dentro de las reglas de una aula inclusiva los derechos de cada miembro son inten-cionalmente comunicados. Es conveniente acordar entre todos y todas cuáles serán los procedimientos habituales de trabajo y de relación con los otros. Más allá de la edad se sugiere consensuarlos ya que su comprensión podrá quedar plasmada a través de diversas producciones: dibujos, collages, textos, etc., tanto individuales como colectivas las cuales quedarán expuestas en las paredes del salón para recordarlas, durante el año, toda vez que sea necesario. Cuando las reglas y los acuerdos son consensuados se tornan naturales y cotidianos.
 
Todo lo señalado implica organizar las tareas a través de "buenas rutinas", caracterizadas estas como aquellas formas de trabajo que, de manera útil, contribuyen a mejorar los aprendizajes y la enseñanza. Entrar al aula y comprobar que todo está dispuesto, que cada uno sabe lo que tiene que hacer y cuándo, que el lugar permita el desplazamiento de maestros y alumnos es garantizar una de las condiciones básicas para crear un buen clima para la tarea.
 
M. Ainscow (2001) considera que los aprendizajes significativos en el aula están relacionados con:
 
·         Límites y expectativas claros con respecto a la conducta de los niños y niñas.
·         Sistema de recompensas y sanciones que enfatice las expectativas y promueva la auto-estima y la autodisciplina de alumno/a.
·         Estrategias activas orientadas a crear y mantener un ambiente adecuado.
·         Coherencia y flexibilidad, al responder a los niños y niñas a los acontecimientos.
 
Respecto al maestro/a también es beneficioso que considere aquellas tareas que se hacen habitualmente en la escuela y en el aula, las cuales no siempre son consideradas desde su real alcance e impacto y que no por ello no son menores, tales como:
 
  • Saludar a los niños y niñas en el momento de la llegada a la  escuela y al aula, incentivan-do tal cortesía entre todos.
  • Planificar la enseñanza para todos y todas, sin olvidar la singularidad de los aprendizajes.
  • Partir de lo que los niños y niñas saben y conocen.
  • Promover el trabajo grupal, interactivo y colaborativo.
  • Dialogar y responder más que preguntar.
  • Respetar sus tiempos, favorecer su autonomía, no hacer las cosas por ellos o ellas. Observar a los niños y niñas en distintas situaciones de aprendizaje. Hacer una síntesis al finalizar cada clase.
 
Las "buenas rutinas" facilitan las relaciones interpersonales y permiten abordar los aprendizajes de manera más significativa y constructiva, sólo en la práctica se adquieren y se consolidan, son estas acciones, entre otras que permiten crear un clima de respeto, reconocimiento y comprensión de las necesidades recíprocas.
 
b) Evaluando los procesos de enseñanza y aprendizaje en el aula
 
Tradicionalmente, la evaluación se ha centrado más en los productos o resultados que en los procesos, lo que ha conducido a perder de vista cómo aprende el alumno/a o como utiliza los conocimientos y cómo ha sido el proceso de  enseñanza que se ha llevado a cabo para que aprenda. Si se parte de la idea que el aprendizaje es un proceso interactivo que depende no sólo de las limitaciones o capacidades de los alumnos y alumnas sino también de cómo se le enseña y de la ayuda que se le brinda, es lógico pensar que ante unos resultados insu-ficientes de los niños y niñas, los educadores tienen que preguntarse sí han hecho lo adecuado para conseguir que sus alumnos/as aprendan: ¿he utilizado las estrategias apropiadas? ¿he considerado sus conocimientos previos? ¿he motivado adecuadamente? ¿he prestado la ayuda necesaria?,etc.
 
En el caso de los niños y niñas que, por diferentes causas, presentan dificultades de aprendizaje el proceso de evaluación es aún más complejo. Siguiendo a Pilar Arnaiz Sánchez, 1996, ella afirma: "ante la necesidad de encontrar otras formas de evaluación, que subsanen este problema y con la finalidad de buscar medidas más realistas e interesantes, ha evolucionado un número de técnicas de evaluación alternativas, agrupadas bajo la denominación de "valoración auténtica".
Dicha forma de evaluación indica que los alumnos pueden demostrar lo que saben a través de habilidades que representan demandas de aprendizaje realistas. Con este fin, durante las valoraciones se utilizan contextos de la vida real dentro y fuera del aula sin condiciones inventadas ni estandarizadas. Así, a las valoraciones auténticas se las podría considerar como exhibiciones de aprendizaje que se reúnen a lo largo del tiempo, para mostrar una evidencia de progreso, adquisición y aplicación. Por ejemplo, el lenguaje puede ser valorado mediante el uso de grabaciones o filmaciones; la expresión escrita puede ser valorada mediante el uso de un portafolio que incluya varios ejemplos de escritura representando ideas, borradores, trabajos de escritura inicial, entre otros.
 
Esta forma de evaluar está estrechamente relacionada con la valoración individualizada y basada en la actuación. Se trataría, en definitiva, de dar la oportunidad a los alumnos de expresar el conocimiento a través de múltiples modos y no sólo a través de formas tradicionales (Perrone 1994). La instrucción y la valoración se proporcionan mediante tareas relevantes, para no pedir a los estudiantes, que tienen dificultad a la hora de generalizar las habilidades o de usarlas fuera de contexto, que transfieran sus conocimientos para demostrar la comprensión.
 
En definitiva evaluar los procesos de enseñanza y aprendizaje que tienen lugar en las aulas significa considerar las siguientes dimensiones:
  • Evaluación de los alumnos/as: tiene por finalidad conocer las competencias logradas, su estilo de aprendizaje, intereses y motivaciones, así como el grado de ayuda y los recursos que requieren para progresar en su aprendizaje. En el caso de alumnos/as con NEE es importante conocer algunas características de sus dificultades que pueden influir en su desarrollo y proceso de aprendizaje, con el fin de identificar las ayudas y recursos que necesita para compensar sus dificultades.
 
  • Evaluación del aula como contexto de desarrollo y aprendizaje: se trata de identificar aquellos factores que facilitan o limitan el proceso de aprendizaje y de participación de los alumnos como los aspectos físicos y ambientales: accesibilidad, iluminación, nivel de ruido, distribución del espacio, etc,; Clima del aula o aspectos interactivos: actitudes y expectativas de los docentes, relaciones docente-alumnos, relaciones entre los alumnos, etc.; Práctica pedagógica: estrategias metodológicas, programación, procedimientos de evaluación, apoyos, etc.
 
La evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje puede realizarse a través de diferentes procedimientos e instrumentos, pero quizá el más valioso es la observación. Toda observación busca una estructuración de datos con el fin de extraer de ellos su significación. Por ello, supone cierta reducción del campo a observar, una selección de la investigación y un procedimiento de actuación de acuerdo a un marco teórico.
 
Existen diversas técnicas e instrumentos que facilitan llevar un control de los procesos de aprendizaje de los alumnos/as[1]:
 
  • Registros anecdóticos: Registro escrito de los hechos, anécdotas o incidentes más significativos o relevantes en la conducta y desempeño escolar de los alumnos. Normalmente esta técnica se utiliza en aquellos casos específicos de alumnos o grupos de alumnos que se evidencian en el comportamiento o en la interacción.
 
  • Diario del Profesor: Registro escrito de las observaciones informales que realiza el docente sobre el impacto de las estrategias aplicadas a alumnos o grupos de alumnos; sentimientos o percepciones propias o expresadas por los alumnos frente a determinadas propuestas, situaciones o actitudes.
 
  • Registros de observación: Son pautas semiabiertas que permiten registrar los logros con relación a los objetivos establecidos a partir de una serie de indicadores posibles de observar durante las actividades del aula.
 
  • Listas de verificación: Corresponden a listas de rasgos de conducta o de características, habilidades, logros de aprendizaje, que son observados bajo la relación "presencia -no presencia" por el docente. Es recomendable que incluyan un ítem abierto de observaciones que permita registrar aspectos cualitativos del desempeño. Se utilizan con frecuencia para registrar sistemáticamente rasgos de conducta, cumplimiento de tareas, y progreso en los aprendizajes.
 
  • Análisis de los trabajos y producciones del alumno: Puede completar el trabajo de observación. El análisis de los trabajos de los alumnos proporciona información sobre cómo son sus producciones, sus errores más frecuentes, cómo organizan el trabajo, hábitos, así como la evolución que va teniendo a lo largo del curso.
 
  • Listas u hojas de cotejo: Consisten en una serie de criterios de observación relacionados con lo que se desea evaluar, cada uno de los cuales se refiere a una cualidad de logro (positiva o negativa) con relación a algún objetivo y/o contenido que se realiza en un momento preestablecido, por lo general hacia el final de un proceso. Puede otorgarse un puntaje por cada ítem valorado como positivo.
 
  • Escalas de calificación: Consisten en una serie de enunciados relacionados con lo que se ha de evaluar, cada uno de ellos seguido por una escala de opciones de graduado valor calificativo. De estas escalas, el docente marca la que a su juicio parece más indicada para describir el producto a evaluar.
 
El hecho de contar con diversos y variados tipos de información sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje y sus resultados, resulta de fundamental importancia para valorar la calidad y efectividad de las estrategias y apoyos adoptados, así como también para introducir las modificaciones y nuevas adecuaciones que se consideren pertinentes.
 
La capacidad de los docentes para investigar y reflexionar sobre su propia práctica de forma individual y colectiva son elementos esenciales para el desarrollo profesional y el mejoramiento del desempeño docente. Se enseña desde el estar con otros pero no siempre existe la posibilidad de tomar distancia y evaluar esa realidad junto con otros.
 
En este sentido, es recomendable que el centro educativo cuente con instancias y otorgue facilidades para que los y las educadoras:
 
  • Reflexionen sobre las propias prácticas docentes identificando las fortalezas y debilidades. Cuenten con sistemas de evaluación y seguimiento de las prácticas docentes al interior de la escuela que faciliten la toma de decisiones.
  • Desarrollen estrategias de colaboración para resolver situaciones problemáticas del aula.
  • Reciban observaciones y retroalimentación de otros colegas en el desarrollo de la clase. Valoren el impacto de los resultados de las innovaciones implementadas.
 
Las adaptaciones curriculares individualizadas
 
A pesar de que se tenga en cuenta la diversidad en los procesos de planificación del centro y del aula, puede ocurrir que ciertas necesidades de los alumnos/as no puedan contemplarse en estos niveles de planificación, siendo necesario adaptar el currículo de forma individual. Desde un currículo comprensivo y abierto, el último nivel de ajuste de la oferta educativa común lo constituyen las adaptaciones curriculares individualizadas. Éstas son una vía más de respuesta a la diversidad, por lo que habrá que realizarlas cuando la programación del aula diversificada no sea suficiente para dar respuesta a determinadas necesidades de un niño o niña.
 
En sentido restringido, las adaptaciones curriculares individualizadas se pueden entender como un proceso de toma de decisiones compartido tendiente a ajustar y complementar el currículo común para dar respuesta a las NEE de los niños y niñas y lograr su máximo desarrollo personal y social. Se trata de construir un currículo a la medida del alumno/a, tomando decisiones respecto a qué tiene que aprender y con qué secuencia, cómo hay que enseñarle, cuáles van a ser los criterios para evaluar sus avances y cómo hay que evaluarle. El hecho de que sea una planificación individual no significa que sea un currículo paralelo o aislado del que siguen sus compañeros, ya que se realiza en estrecha relación con la planificación de su grupo y del centro en el que está escolarizado.
 
Conviene recordar, finalmente, que las adaptaciones curriculares no se restringen sólo a los alumnos/as que presentan algún tipo de discapacidad, sino que pueden requerirlas otros muchos que, por sus condiciones de desarrollo personal y por su experiencia educativa, presentan dificultades de aprendizaje o desfases en relación con el currículo que le corresponde por edad. Es más, muchos niños y  niñas con discapacidad pueden seguir el currículo común simplemente con una serie de ayudas técnicas o materiales.

La consideración de las adaptaciones curriculares como medida extraordinaria implica que ha de ser justificada. Esto supone que debe decirse tras un proceso de evaluación interdisciplinaria de las NEE que presenta el alumno/a en interacción con el contexto que fundamente la necesidad de llevarlas a cabo.
 
Características de las adaptaciones curriculares individualizadas
 
  • Son un nivel más de la planificación curricular, y por tanto, tienen los mismos componentes,   que cualquier programación (objetivos, contenidos, orientaciones metodológicas, etc.).
 
  • Son elaboradas conjuntamente entre el profesor y los especialistas que realizan funciones de apoyo y asesoramiento.
  • Han de reflejar por escrito como cualquier programación, de forma que se pueda sistematizar y sintetizar todo el proceso, y, como única vía de revisar la adecuación de las decisiones adoptadas. En el documento queda reflejada una visión particular del alumno/a estrechamente relacionada con la programación de su grupo, de tal forma que es fácil identificar los aspectos que comparte con sus compañeros, los que comparte parcialmente y los que son específicos para él. El formato del documento ha de adecuarse al estilo de los profesores de cada centro, de forma que sea útil, y comprensible para todos los implicados.
  • Deben considerarse no sólo como un producto o un fin en sí mismas, sino sobre todo como un proceso que sirve para reflexionar conjuntamente y unificar criterios respecto a la respuesta educativa de un alumno/a.
 
  • Han de entenderse como un proceso dinámico y flexible.
 
  • Las decisiones que se tomen han de ser funcionales y realistas. No hay que considerarlas un  trámite formal y burocrático sino, sobre todo, un instrumento que oriente la acción educativa con un alumno/a.
a) Adaptaciones en los medios de acceso al currículo
 
Algunas NEE sólo requieren para ser atendidas una serie de medios, recursos o ayudas técnicas que posibiliten el acceso al currículum, la autonomía y el aprendizaje. Entre estos cabe mencionar:
  • Adaptaciones en los espacios y equipamiento: eliminación de barreras arquitectónicas; insonorización de las aulas, condiciones adecuadas de luminosidad, mobiliario especial, sistemas informáticos y de traducción, entre otros, que permiten el acceso y la circulación en diferentes ámbitos escolares, o mejoran las condiciones de sonorización o de luminosidad.
 
  • Provisión de equipamientos, ayudas técnicas y/o materiales didácticos específicos: facilitan la participación y autonomía en las actividades escolares, por ejemplo: máquina Perkins; materiales técnicos de audición como prótesis o equipos de frecuencia modulada, tableros de sistemas de comunicación; emuladores de teclado; sintetizadores de voz, etc.
 
En otros casos, será necesario realizar modificaciones en los materiales de uso común: incorporar imanes en puzzles; aumentar el tamaño o grosor de las letras de un texto; simplificar la estructura gramatical de un texto para hacerlo más asequible; sustituir algunos términos por otros más comprensibles para el alumno/a, etc.
 
  • Utilización de sistemas de comunicación complementarios o alternativos del lenguaje oral en lengua estándar. Muchos alumnos/as con problemas motores, sensoriales o alteraciones graves del desarrollo necesitan aprender un código de comunicación alternativo, aumentativo o complementario al lenguaje oral o escrito: lengua de signos; palabra complementada; bimodal; Bliss; Sistema pictográfico de comunicación; Braille; Programa de comunicación total, etc.
 
b) Adaptaciones en los componentes del currículo
 
Son las modificaciones o ajustes que se realizan en relación al qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar, es decir, en relación con los objetivos, los contenidos y su secuenciación, la metodología y los criterios y procedimientos de evaluación.
 
  • Dar prioridad a algunas de las capacidades contempladas en los objetivos generales y, en consecuencia, a determinados contenidos y criterios de evaluación. Este tipo de adaptación puede implicar en algunos casos renunciar temporal o definitivamente a otros aprendizajes menos relevantes para el alumno.
 
  • Introducir o ampliar determinados aspectos contemplados en objetivos, contenidos y criterios de evaluación. Algunos niños/as tienen que aprender ciertos aspectos que no están contemplados en el currículo común, como el aprendizaje de la lengua de señas o del braille, o que forman parte de la propuesta curricular del ciclo o etapa educativa anterior y, por tanto, se tienen que introducir de forma individual.
 
  • Eliminar objetivos, contenidos y criterios de evaluación del currículo oficial llegando, en algunos casos, a eliminar prácticamente un área o áreas curriculares enteras. Esta es una medida extrema que debe aplicarse sólo excepcionalmente, como consecuencia de un análisis muy cuidadoso de la situación educativa del niño/a, ya que con esta me-dida se priva al niño /a de acceder a ciertos aprendizajes. Es posible aplicar una medida como esta a alumnos/as que presentan un gran retraso educativo, que requieren intro-ducir otros contenidos, o de dar prioridad durante un largo período escolar a determinados aprendizajes.
 
c) Fases del proceso de adaptación curricular
 
La respuesta a las NEE de un alumno/a sigue la misma lógica de la planificación de la acción educativa con todos los alumnos/as del aula o centro; las etapas  fundamentales en este proceso son: evaluación del alumno/a, identificación de las NEE, respuesta educativa ajustada; evaluación y seguimiento.
Aspectos del desarrollo: biológicos, intelectuales, comunicativos- lingüísticos, aspectos de adaptación e inserción social, aspectos emocionales. La evaluación de estos aspectos es abordada por los y las docentes junto con otros profesionales (que pueden ser psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, etc.). El verdadero sentido de estas evaluaciones es que sean aportadoras para el proceso de toma de decisiones educativas - curriculares.
 
La evaluación de la competencia curricular aporta información a la toma de decisiones entregando información respecto qué objetivos y contenidos podrá compartir con su grupo de referencia, cuáles conseguirá en un tiempo mayor  que el resto de sus compañeros, cuáles serán objeto de una atención prioritaria y cuales será necesario introducir o eliminar.
 
La evaluación del nivel de competencia curricular debe tener en cuenta los siguientes aspectos:
 
  • Determinar las áreas curriculares en las que es preciso realizar una evaluación en profundidad.
  • Establecer la situación de partida del alumno.
  • Considerar el momento en el que se realiza la evaluación.
  • Analizar el referente de la evaluación, es decir, los programas educativos que se están desarrollando con el curso al cual pertenece el alumno.

 

Los criterios o indicadores de evaluación deben poseer las siguientes características:

 

·         Deben ser inequívocos, de manera que los profesores no puedan interpretarlos de maneras diferentes.

·         Deben ser públicos, de forma que los alumnos y sus familias puedan colaborar en su logro de manera consciente.

·         Deben ser fácilmente convertibles en actividades de evaluación.

 

Por ello las propias actividades de aprendizaje y las actividades de evaluación que los profesores diseñan para el trabajo con los alumnos/as constituyen la estrategia fundamental para llevar a cabo este tipo de evaluación.

 

La evaluación del estilo de aprendizaje y motivación para aprender: abarca todas aquellas características individuales con las que el alumno/a se enfrenta y responde a las situaciones de aprendizaje. El aprendizaje tiene un componente cognitivo como emocional y por ello es necesario conocer qué espera, de la propia expectativa ante el aprendizaje, el sentido que da a lo que se le enseña, su manera de afrontar y responder a los contenidos escolares, sus preferencias y motivaciones.

 

Dimensiones a considerar para favorecer los aprendizajes de los niños y niñas que presentan NEE:

 

  • En qué condiciones físicas aprenden mejor: sonido, luz, temperatura y ubicación del niño/a dentro del aula.
  • Cuáles son sus respuestas y sus preferencias ante diferentes agrupamientos para realizar las tareas escolares; gran grupo, pequeño grupo, trabajo individual; En qué áreas, con qué contenidos y en qué tipo de actividades está más interesado, se siente más cómodo, tiene más seguridad; cual es su modalidad preferente de aprendizaje; que tipos de materiales prefiere, entre otros aspectos.

 

  • Cuál es su nivel de atención; en qué momentos del día está más atento, de qué manera se puede captar mejor su atención, cuanto tiempo seguido puede concentrarse en una actividad.

 

  • Las estrategias que emplea para la resolución de las tareas reflexivo/impulsivo, recursos que utiliza, tipo de errores más frecuentes, ritmo de aprendizaje.

 

  • Tipos de refuerzo que le resultan más positivos: a qué tipos de refuerzos responde, si valora su propio esfuerzo, si se siente satisfecho ante sus trabajos.

 

Los procedimientos para evaluar el estilo y motivación para aprender, deben aportar información descriptiva y explicativa. Es necesario combinar la observación, con entrevistas, diálogos con los alumnos y sus familias registros y anotaciones en los libros de clase, cuestionarios abiertos, cuestionarios de auto concepto, guías de reflexión, etc.

 

 

Información del contexto escolar

 

La sala de clases (contexto próximo)

La Escuela (contexto amplio)

 

 

La evaluación de la sala de clases, debe contemplar el análisis de la práctica educativa; los aspectos didácticos y metodológicos; la forma peculiar de elaborar el programa, llevarlo a la práctica, organizar la clase y relacionarse con los alumnos/as; el estilo de enseñanza de cada profesor; los mecanismos de ajuste a las características y necesidades de los alumnos/as.

 

Entre los estilos mas eficaces predominan aquellos que tienen en cuenta la actividad constructiva del alumno como elemento mediador entre la influencia educativa del profesor y los resultados del aprendizaje. Otro aspecto a considerar en la evaluación del aula son las condiciones del entorno físico para el aprendizaje, la participación y la autonomía.


La evaluación del establecimiento educacional debe explorar, por una parte, en qué medida el proyecto educativo es compartido por los integrantes de la comunidad educativa, si se favorece la toma de decisiones colegiadas y el trabajo colaborativo entre profesores; las relaciones personales, el ambiente de trabajo; las relaciones con las familias y con el entorno social en el que se enmarca el centro educativo, es muy importante en este ámbito de la evaluación, conocer en que medida el proyecto curricular tiene en cuenta la diversidad de los niños y niñas.

 
Una comunidad educativa que efectivamente atiende a la diversidad de sus estudiantes, respeta las diferencias individuales de los alumnos/as, de los profesores, de los padres, etc.; establece mecanismos para detectar las NEE: evalúa las prácticas docentes, se investigan nuevas metodologías para dar respuesta a la diversidad, se buscan los recursos para enriquecer los procesos educativos.


La evaluación del contexto socio-familiar: debe aportar información respecto a la medida en que las condiciones de vida en el hogar y las prácticas educativas familiares favorecen u obstaculizan el progreso en los aprendizaje, la autonomía y la participación de los niños y niñas.

 

En este campo es necesario obtener información sobre:

 

 

Las relaciones efectivas que mantienen con él los diferentes componentes del núcleo familiar.

 

  • Expectativas de la familia, de su hijo o hija.
  • Grado de autonomía que se le otorga.
  • Responsabilidades que se le otorgan.
  • participación en tareas domésticas.
  • Oportunidades/experiencias que se le brindan.
  • Juego y ocio: participación, grado de iniciativa.
  • Hábitos de higiene y salud; hábitos alimenticios; horarios (dormir).
  • Condiciones y hábitos de trabajo en casa.

 

El propio medio familiar; favorece o dificulta el desarrollo y aprendizaje del niño y niña:

 

  • Estructura familiar
  • Valores familiares
  • Actitudes ante los problemas del hijo/a (aceptación)
  • Nivel y calidad de la comunicación
  • Organización de la vida cotidiana

 

Determinación de las NEE

 

Una vez finalizada la evaluación hay que realizar el análisis y la síntesis de la información obtenida para determinar cuáles son las NEE del alumno/a, es decir, los recursos y ayudas pedagógicas que hay que proporcionarle para que participe y progrese en relación con las capacidades expresadas en el currículo escolar.

 

La definición de estas necesidades constituye el nexo de unión entre el proceso de evaluación y la respuesta educativa. Su finalidad es identificar, a grandes rasgos, aquellas necesidades educativas que requieren una atención prioritaria por su repercusión en el desarrollo y proceso de aprendizaje del alumno/a, y que implican además medidas de carácter extraordinario de forma temporal o permanente.

 

 

 

Respuesta educativa a las NEE

 

En la definición de los ajustes en la programación curricular es necesario tener en cuenta los siguientes criterios:

 

Intentar realizar adaptaciones lo menos significativas posible. Es conveniente empezar:

 

  • realizando adaptaciones de acceso, en las actividades, metodologías, materiales o procedimientos de evaluación, antes de hacer adaptaciones en los objetivos y en los contenidos, y dentro de éstas la eliminación deber ser la última decisión a tomar.

 

  • Tener en cuenta una variedad de criterios para tomar decisiones ajustadas sobre cuáles son los aprendizajes más relevantes y pertinentes para un alumno/a en un momento determinado, teniendo siempre como meta ofrecerle una propuesta curricular lo más amplia, equilibrada y enriquecedora posible. Es fundamental no restringir, de entrada, el nivel y tipo de experiencias que se le pueden brindar.

 

  • Asegurar aprendizajes que compensen las dificultades derivadas de la problemática del alumno/a y que favorezcan el conocimiento y la aceptación de sí mismo. Este aspecto va a redundar en las capacidades relacionadas con el equilibrio personal, mejorando su autoestima y auto concepto. Por ejemplo, el aprendizaje de un código de comunicación complementario o aumentativo al lenguaje oral o aquellos otros relacionados con la movilidad y la orientación.

 

  • Priorizar aquellos aprendizajes que tengan un mayor nivel de aplicación en la vida social, que favorezcan la autonomía y control sobre el entorno y que tengan un carácter más general y polivalente, como son el desarrollo de habilidades sociales, instrumentales (como la lectura, escritura, el razonamiento lógico matemático, las habilidades para resolver problemas), etc.

 

  • Seleccionar aprendizajes que favorezcan la interacción e inserción en la sociedad y, de forma especial, aquellos que sirvan de base a la futura formación profesional e inserción laboral en la etapa de educación secundaria: participación responsable en las tareas de grupo, utilizar los recursos socio comunitarios, etc. Finalmente, es importante prestar atención a aquellos aprendizajes que motiven el alumno y sean adecuados a sus características personales (edad cronológica, intereses, etc.). La motivación contribuye a superar, en muchos casos, las dificultades de los alumnos para acceder a determinados contenidos.

 

  • El proceso de adaptación puede llevar, en ocasiones, a una propuesta muy diferente del currículo de referencia, pero es importante que éste sea el punto de partida para asegurar un proceso educativo lo más normalizado posible.

 

Modificaciones en el contexto educativo

 

Hacen referencia a las modificaciones que hay que introducir en la organización de la enseñanza, estructura del grupo y clima emocional del aula o la institución: flexibilización del uso de tiempos y espacios; provisión de recursos humanos de apoyo; modificación en los agrupamientos de los alumnos/as, etc.

 

Al momento de elaborar las adaptaciones curriculares para un determinado alumno/a se recomienda introducir una serie de mejoras en los procesos de enseñar y aprender que beneficien a todos los alumnos/as del aula, contribuyendo así al desarrollo de buenas prácticas.

 

Provisión de recursos materiales, ayudas personales y modalidad de apoyo

 

La atención de ciertas necesidades puede requerir la provisión de una serie de servicios educativos de carácter extraordinario (personales, materiales, de accesibilidad, etc.). Al respecto es importante tomar decisiones respecto de los siguientes aspectos:

 

  • Qué profesionales pueden brindar los apoyos, teniendo en cuenta que algunas de sus necesidades tendrán que ser atendidas por recursos o servicios que están fuera de la escuela.
  • Tipo y modalidad de apoyo que precisa el o los estudiantes, que estará condicionada por los recursos humanos con los que cuente la escuela, por sus ubicaciones dentro de la misma (fijas o itinerantes) y por la capacidad de respuesta del docente del aula.
  • Áreas en la que hay que brindar apoyo al alumno/a, quién se lo va proporcionar, en qué momentos se va a realizar en relación con la actividad general del aula (apoyo previo, durante o posterior a la actividad), si ha de ser individual o en grupo, y los tiempos en los que se va a llevar a cabo.

 

Es fundamental que el apoyo se brinde en lo posible dentro del aula para que los niños/as no se desvinculen de las experiencias de aprendizaje que tienen lugar en ellas, y para que el educador modifique su práctica, favoreciendo así el aprendizaje de todos los alumnos/as. Si la tendencia general es que el alumno/a reciba apoyo específico fuera del aula, se estará reproduciendo el enfoque clínico de la educación especial en el contexto de educación común.

 

En algunos casos, será necesario establecer el tipo de materiales, mobiliario o equipamiento específico que requiere el alumno para facilitar su proceso de aprendizaje, o los criterios que hay que tener en cuenta para la utilización y adaptación del material de uso común.

 

Colaboración con la familia

 

La colaboración de la familia se hace aún más necesaria en el caso de los alumnos/as que requieren unas ayudas más específicas e intensas para superar sus dificultades. Es importante informar a las madres y padres sobre las decisiones adoptadas para orientarles sobre el tipo de ayudas que pueden proporcionar a su hijo/a y promover su participación en relación al aprendizaje. La colaboración de la familia es de vital importancia para facilitar la contextualización y generalización de determinados aprendizajes, y conseguir que éstos sean más significativos para el niño al poder relacionar lo que hace en casa y lo que hace en la escuela. En muchos casos, además, se podrán plantear ciertas modificaciones en el medio familiar para promover el adecuado desarrollo del alumno/a.

 

Realización de un seguimiento de las adaptaciones realizadas

 

Las adaptaciones curriculares, como toda programación, deben quedar abiertas a sucesivas modificaciones en función de los datos que aporte la práctica. El seguimiento implica registrar los avances de los niños y niñas y evaluar la calidad de las decisiones adoptadas tanto en lo que se refiere al contenido como al proceso seguido. Desde esta perspectiva, es importante hacerse las siguientes preguntas:

 

  • ¿En qué medida las adaptaciones han facilitado el progreso del alumno/a en relación con las capacidades establecidas en los objetivos?
  • ¿Hasta qué punto la adaptación del currículo ha facilitado su participación en situaciones y actividades de enseñanza-aprendizaje comunes a todos los alumnos/as?
  • ¿En qué medida la adaptación ha supuesto un proceso compartido de toma de decisiones?
  • ¿La modalidad de apoyo adoptada ha permitido la máxima participación del alumno/a en la dinámica del aula?

 
En síntesis, existen distintos tipos de adaptaciones curriculares, ninguna de ellas excluye a las otras y las decisiones respecto a lo que es preciso adaptar sólo pueden tomarse considerando las necesidades educativas concretas de un alumno/a en un contexto determinado, porque el mismo alumno/a puede tener diferentes necesidades en una escuela u otra, en un aula u otra. Se debe recordar que en el momento de enseñar y aprender no hay una sola estrategia posible así como tampoco hay alumnos ni docentes iguales, cada uno tiene sus propias características y las prácticas docentes deberán responder también al principio de heterogeneidad, de diversidad y de individualidad.







[1] Blanco, Duk, Perez. 2002




* Fuente: MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE CHILE (2008). Orientaciones para dar respuestas educativas a la diversidad y a las necesidades educativas especiales. Pp. 21-51.