
Una
comunidad de aprendizaje presenta las siguientes características:
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Todos se sienten bienvenidos y
contribuyen a que los demás se sientan bienvenidos. Muchos detalles hacen que los
estudiantes se sientan bienvenidos. La atención directa y positiva del docente
es sin duda una forma de bienvenida. La aceptación de la presencia de todos los
compañeros de clase por parte de sus pares es otra. Un salón de clase colmado
de trabajos y objetos que han sido realizados por los alumnos y son
interesantes de observar resultará especialmente acogedor. Una disposición
flexible y optativa de los pupitres también es una forma de brindar un buen
recibimiento. Un momento de la jornada en el que los alumnos y el docente puedan
hablar sobre las actividades del día, o sobre la vida en general, sirve para
construir puentes entre el aprendizaje y el mundo del estudiante. Piense en las
cosas que a usted lo hacen sentirse bienvenido (o tienen el efecto contrario)
en la casa de un vecino, en una tienda, cuando entra en su lugar de trabajo,
etcétera. Es importante saber que el aula es un lugar de pertenencia. Recuerde,
además, que para sentimos realmente bienvenidos en un sitio, debe haber en él
personas dispuestas y dedicadas a conocernos y entendernos.
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El respeto mutuo no es negociable. No es probable que lleguemos a
apreciar o comprender a todas las personas con las que pasamos nuestro tiempo.
Pero sí podremos mejorar el ambiente del aula si entendemos que todos
compartimos la necesidad de tener algunos sentimientos comunes, como
aceptación, respeto, seguridad, éxito, etcétera. Una lección de vida importante
es que, más allá de nuestro género, cultura, ritmo de aprendizaje, idioma,
vestimenta y personalidad, todos sentimos angustia, alegría, dudas,
satisfacción, es decir, las emociones humanas. Nuestras vidas mejoran cuando se
las considera valiosas y dignas de respeto. En un aula diferenciada, el docente
ayuda a los alumnos a distinguir entre su impresión por lo que alguien hizo y
el valor de esa persona. Además, los ayuda a aprender a resolver conflictos de
maneras constructivas que apunten al problema en cuestión, sin hacer que
ninguna persona o grupo se sienta menoscabado. El respeto rara vez se logra sin
esfuerzo. El docente es inevitablemente el catalizador de ese esfuerzo. Es
importante recordar que el humor juega un papel central en un aula acogedora y
respetuosa; no así el sarcasmo ni las palabras punzantes.
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Los alumnos se sienten seguros en el
aula. La seguridad
presupone la ausencia de peligro, no sólo físico sino también emocional. Los
alumnos de una clase diferenciada deben saber que está bien pedir ayuda cuando
se la necesita, que está bien decir que no saben algo, que una pregunta honesta
recibirá una respuesta honesta, que no habrá gestos de impaciencia cuando
alguien exprese algo que parezca insólito o evidente, que la ideas incipientes
tendrán ocasión de ser desarrolladas, y así sucesivamente. La seguridad implica
que si al ensayar una nueva destreza hago un esfuerzo o arriesgo una idea
creativa, no me tomarán por tonto o insensato. La seguridad se da cuando nos
sentimos aceptados como somos y valorados lo suficiente como para que quieran
ayudamos a ser aun mejores.
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Existe una expectativa generalizada de
crecimiento. La meta,
en un aula diferenciada, es ayudar a cada estudiante a crecer todo lo posible,
tanto en sus habilidades generales como en sus talentos específicos. El docente
se entusiasma con el crecimiento de cada alumno y con el de toda la clase. Los
estudiantes aprenden a planear su propio crecimiento y a hablar sobre sus metas
de aprendizaje y los medios para alcanzarlas. Todo crecimiento es digno de
atención. En un alumno, el crecimiento podría significar que por fin comienza a
entender el concepto de las fracciones, y en otro, que percibe la relación
entre las fracciones, los decimales y la resta. En un aula diferenciada, el
crecimiento de cada uno de los alumnos es motivo de celebración, y no es ni más
ni menos valioso que el de otro.
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El docente apunta al logro de las
expectativas. A
veces, la escuela se caracteriza por encarar la enseñanza como si fuera una
especie de juego, en el que se trata de ver si el docente puede formular una
pregunta o diseñar un ejercicio de examen que haga tropezar a los estudiantes,
y así "ganarles". En una clase diferenciada, el objetivo del docente
es determinar dónde está cada alumno en el camino hacia las metas de
aprendizaje y luego proporcionarle experiencias didácticas que lo hagan ir más
allá, y con mayor rapidez, de lo que le resulta fácil y cómodo. Cuando un
estudiante ponga real empeño en una tarea, el docente se asegurará de brindarle
el respaldo necesario para ayudarlo a lograr una meta que parecía no estar del
todo a su alcance. Este tipo de ayuda suele llamarse "andamiaje". En
la Figura 4.1 se enumeran algunos tipos habituales de andamiaje empleados en
las aulas. Se denomina andamiaje a todo tipo de ayuda necesaria para que
cualquier estudiante avance de un nivel dado de conocimientos y destrezas al
siguiente. En una buena clase diferenciada, el docente eleva continuamente las
expectativas de logro de cada alumno, haciendo luego lo necesario para ayudarlo
a dar el próximo paso.
Recuerde que ese
próximo paso no será el mismo para todos, y que todos los alumnos requieren de
un andamiaje para avanzar:
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Prevalece
una nueva clase de equidad. Solemos considerar que la equidad en un aula
significa tratar a todos de la misma manera. En una clase diferenciada, la
equidad debe redefinirse. Aquí, ser equitativo implica tratar de asegurarse de
que cada alumno obtenga lo que necesita a fin de crecer y lograr resultados
satisfactorios. Docente y estudiantes por igual son parte del equipo encargado
de garantizar que la clase funcione bien para todos.
§
Docente
y estudiantes colaboran para lograr el crecimiento y los logros mutuos. En un
aula diferenciada, como en una familia numerosa, cada uno tiene que hacerse
responsable de su propio bienestar y del de los demás. En este tipo de ámbito,
si bien el docente es sin duda el líder del grupo, los estudiantes pueden
ayudar a elaborar modalidades de trabajo, contribuir a resolver problemas y
perfeccionar los hábitos, prestarse ayuda mutua, mantenerse al día en sus
estudios, etcétera. Diferentes alumnos estarán en condiciones de asumir
distintas cuotas de responsabilidad en un momento dado, pero a todos hay que
orientarlos a que tengan más responsabilidad e independencia como estudiantes y
como miembros de una comunidad de aprendizaje. Esto no sólo es esencial en el
aula, sino también necesario para salir adelante en la vida.
El docente crea el
ambiente en el aula. Es una gran responsabilidad y una excelente ocasión para
ayudar a los alumnos a encaminar sus vidas. Los docentes, como todas las
personas, tenemos algunos días buenos y otros que preferiríamos olvidar. Aunque
nunca logremos hacer todo lo posible para crear un ambiente positivo en el
aula, tal como lo haríamos si pudiéramos predeterminar los acontecimientos, sí
podemos dar un ejemplo cada vez mejor de lo que buscamos que aprendan los
alumnos: a trabajar con alegría, disfrutar la compañía de los demás, ser
bondadosos y demostrar afecto. Estas cosas ayudan a los estudiantes a llevar
una vida más sana y gratificante, y el empeño en lograrlas ayuda al docente a
ser más sabio como persona y más eficaz como profesional.
PAVIMENTAR EL CAMINO AL RESPETO Y AL
ÉXITO
Hay dos recomendaciones
prácticas para lograr un ambiente de aprendizaje positivo en el aula
diferenciada que complementan la orientación más teórica hasta ahora ofrecida.
Ambas indican que los alumnos de una clase diferenciada tienen que saber
colaborar.
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Estimule continuamente a los alumnos a
ser miembros activos de un grupo.
Los docentes a menudo trabajamos aislados, por lo que tenemos poca experiencia
en el trabajo en equipo. Para saber cómo ayudar a los alumnos a funcionar en
grupos pequeños, es conveniente que usted observe el trabajo en equipo en su
aula y haga una lista de los aspectos que marchan bien y de los que marchan
mal. Luego debe tratar de crear tareas y dar consignas que guíen a los alumnos
hacia las modalidades de trabajo más positivas. Recuerde que los estudiantes
pueden y deben ayudarlo a formar grupos que sean productivos si usted los
alienta a fijar metas, reflexionar y resolver problemas.
En general, recuerde
que los grupos funcionarán mejor si los alumnos saben qué hacer, cómo hacerlo,
qué se espera de los miembros del equipo y cuáles serán los índices de calidad
tanto del proceso como del producto del trabajo. También tenga en cuenta que
una tarea eficaz requiere que cada miembro del grupo haga un aporte
significativo. Esto difícilmente ocurrirá si algunos integrantes del equipo
conocen todas las respuestas y poseen las destrezas necesarias, y otros tienen
un grado notoriamente menor de destreza y conocimientos. Los grupos no deben
establecer un sistema de castas en el que algunos alumnos siempre son los
aleccionadores y otros, los aleccionados. También recuerde disponer de una
"salida" digna del grupo para el alumno que, por el momento, no pueda
funcionar bien dentro de él aun con su ayuda y la del equipo. La alternativa no
debe ser un castigo, sino la posibilidad de trabajar en otro ámbito en el que
tenga más posibilidades de salir adelante.
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Planifique
agrupamientos flexibles. En un aula diferenciada, usted a menudo diseñará
tareas basadas en su opinión personal acerca de cuáles son las aptitudes y el
interés de los alumnos, así como del modo en que aprenden mejor. En esas
ocasiones, seguramente asignará usted mismo la tarea más apropiada para cada
alumno. Otras veces, tal vez quiera que los estudiantes discutan rápidamente
una idea con el compañero de al lado o con otro que se les indique. O bien
podría ser más conveniente que dispongan los pupitres en círculos y trabajen de
a cuatro. En muchos casos, los alumnos pueden elegir a sus compañeros de
trabajo, o quizá necesiten o prefieran estudiar solos.
Al utilizar una
variedad de estrategias de agrupamiento, usted podrá adecuar las tareas a los
estudiantes cuando sea necesario, así como observarlos y evaluarlos en una diversidad
de agrupamientos y condiciones. Esta flexibilidad también contribuye a que los
alumnos no se sientan "atornillados" a un rincón determinado del
aula. Durante el estudio de una unidad, en ocasiones será conveniente que los
estudiantes con similar nivel de aptitud trabajen juntos o con el docente.
También deberá haber ocasiones en que se propongan tareas destinadas a reunir a
alumnos con distintos niveles de aptitud de un modo que resulte provechoso para
todos. Algunas veces, estudiantes con intereses similares trabajarán juntos en
un área que sea importante para todos, mientras que otras veces se reunirán
alumnos con diferentes especialidades para contemplar una idea o tema desde
varios ángulos distintos.
Se recomienda a los
docentes planificar agrupamientos flexibles al comienzo de una unidad,
preguntándose, por ejemplo: ¿en qué parte de esta unidad debería intervenir
toda la clase?, ¿en qué momento debo planificar actividades en equipo?, ¿cuándo
es más provechoso que los alumnos estudien en forma individual?, ¿cuándo
debería reunirme con cada uno? El agrupamiento flexible es un componente
esencial del respeto por todos los estudiantes, el reconocimiento de las
diferencias individuales, la colaboración, la enseñanza orientada al logro de
las expectativas y la cooperación en un aula diferenciada.
* Fuente:
TOMLINSO, Carol Ann (2005). Estrategias para trabajar con la diversidad en el
aula. Argentina: SAICF. Pp. 51-61.